Opinión

Mandala para Mandela

Billie Holiday

canta para ti

Y Paul Robeson

canta para ti

Aimé Césaire

canta para ti

Langston Hughes

canta para ti

Patrice Lumumba

canta para ti

Martín Luther King

canta para ti

¿Y qué podría

añadir entonces

yo que ni siquiera

tengo tu hermoso

color?

Madiba acaba de cumplir 95 años en medio del calor vivo de su pueblo, que tanto le debe y a quien tan bien inviste. Pero cuando este poema se hizo escribir (o resultó escrito), el 22 de julio de 1989, Nelson Mandela todavía estaba preso.

Aunque circuló por no pocas publicaciones nacionales y extranjeras, sólo en 1994 sentí que cumplía de algún modo su ciclo. Invitado por primera vez al Festival Internacional de Poesía de Medellín, allí me tocó conocer al poeta zulú Mazisi Kunene, representante de Sudáfrica. Él se ofreció para llevarle a Madiba esta ‘Mandala para Mandela’, que sin duda le pertenece.

El poema fue incluido en mi libro Música concreta (Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1994), al que un jurado de poetas (Giannuzzi, Madariaga, Salas, Yánover) me hizo el honor de concederle en 1997 el Premio Nacional de Poesía, secundando nada menos que a mi viejo amigo Juan Gelman.

Pero no era la primera vez que me dolía el enorme, inicuo drama sudafricano. Ya estaba bien presente en uno de mis primeros poemas, desencadenado en 1960 por el ciudadano blanco que le dio nombre: ‘David Pratt’, con su intento de atentar contra el mascarón de proa del apartheid, el primer ministro Hendrik Verwoerd, uno de los fundadores del infame régimen segregacionista contra la mayoría negra. Reproducido también entonces en muchas publicaciones, ese poema recién fue incluido en mi libro Guitarrón (La Ventana, Rosario, 1975).