Opinión

Europa y los temblores de Merkel

Europa y los temblores de Merkel

En los últimos días ha sido comidilla en los medios europeos la reiteración de temblores en las manos de la canciller alemana Ángela Merkel durante actos oficiales. Esto ha disparado todo tipo de sospechas sobre su salud. Desmentido oficialmente y de inmediato cualquier problema relativo a su salud, la ‘Gran Canciller’, que no lo es sólo de Alemania sino metafóricamente también de toda Europa, sabe que su tiempo político tiene fecha en el calendario: 2021, cuando se realicen las próximas elecciones generales alemanas.
Sin caer en sensacionalismos ni estridencias, muchos ven en los temblores de Merkel una especie de efecto sintomático de la situación europea. Las elecciones al Parlamento Europeo (PE) de mayo pasado mostraron el final del bipartidismo hegemónico entre socialdemócratas y conservadores. Fragmentado en su seno, con casi un tercio de representación de partidos eurófobos y euroescépticos, los dilemas crecen dentro de la Unión Europea (UE), tanto como las cábalas que hace Merkel para tener todo bien atado antes del final de su prolongado mandato.
Un ejemplo de esta decadencia europea, que parece ser cada vez más por inercia, es la actual cumbre del G20 en Tokio. La cumbre más tensa desde la recesión económica global de 2008 parece un cuadrilátero donde Trump y China miden sus pulsos, con Putin en la recámara intentando sacar ganancia geopolítica. Europa navega en estas aguas turbulentas, pero no dirige ningún barco.
Otro caso, la tensión in crescendo con Irán, con la rocambolesca actuación de la administración Trump de propiciar un ataque informático cuando parecía un hecho el ataque militar. Europa, miembro del pacto nuclear con Irán del G5+1, no termina de equilibrar una crisis que, como dijo el propio Putin, puede desencadenar “una locura trágica”.
Los desencuentros atlánticos entre Donald J. Trump y Europa son igualmente épicos, incluso en crisis donde parecen acercar posiciones, como la de Venezuela. Trump quiere una alianza atlántica anglosajona, y seduce al Brexit, tal y como se vio en su reciente visita a Lodnres. Un Brexit que ya provocó otra caída en el 10 de Downing Street: primero fue David Cameron en 2016. Ahora, en 2019, le tocó a la atribulada Theresa May. El euroescéptico y simpatizante del Brexit, Boris Johnson, quiere ocupar el puesto vacante en Downing Street.
Mientras el proyecto europeísta se sumerge en sus dilemas existenciales, la demagogia populista campea. Desde Salvini en Italia y Orban en Hungría hasta una Marine Le Pen que ve más cerca llegar al Palacio del Elíseo en las elecciones 2022. Ni siquiera el presidente francés Emmanuel Macron, el pretendido ‘niño mimado’ de Merkel, se salva de la quema.
No sabemos si los temblores del Merkel tienen que ver con problemas de salud. Por su bienestar, obviamente esperemos que no. Pero los temblores en Bruselas son cada vez más sintomáticos. Y aquí, la cura es más compleja.