Opinión

El ejemplo portugués

En una anterior columna, hacíamos referencia al fracaso de la socialdemocracia y del socialismo en la Europa de la crisis. Los comicios franceses han evidenciado este fracaso. El Partido Socialista francés sacó apenas un 6 por ciento de los votos en la primera vuelta electoral de las presidenciales en abril pasado.
En Italia no saben si realmente existe una socialdemocracia en pie. Como Podemos en España, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo intenta desplazarlos “por la izquierda”. Precisamente, el PSOE español se debate en unas primarias su futura dirección central, con aires de decadencia acomodaticia en el establishment.
La otrora hegemónica socialdemocracia europea vive una crisis de identidad. Menos en Portugal. En octubre de 2015 se dio un inédito pacto de izquierdas en Lisboa para acabar con cinco años de austeridad económica conservadora. El presidente socialista António Costas gobierna con una coalición que incluye al Bloco de Esquerdas y al Partido Comunista Portugués. Y la fórmula funciona. Aquella Portugal que, al igual que Grecia, vivió en 2011 la amargura social del ‘rescate’ financiero de la imponente troika, se ha convertido ahora en una referencia europea. Un bálsamo para una socialdemocracia que hace aguas en otros países.
El ejecutivo tripartito de Costas ha recuperado el gasto social tras un lustro de draconiana austeridad propiciada desde Bruselas y Berlín. Un gasto social expansivo y necesario que ha revitalizado la economía portuguesa. Con desafíos importantes, por cierto. Pero con convicción y con la imagen de demostrar que sí es posible una alternativa a la crisis. Y también a las tentaciones populistas. En la Europa del Brexit y de Le Pen y en los EE UU de Trump, el Portugal del pacto de izquierdas es una agradable sorpresa.
No sabemos si este hasta ahora exitoso ejemplo servirá de referencia continental. Pero Portugal ha dado un paso importante. En democracia y con consenso. Dos claves que por cierto escasean en el mundo de hoy.