Opinión

El 2017

Si no media ningún suceso inesperado de última hora, el 2017 comenzará con un nombre propio que ejercerá su sello los próximos 365 días: la expectante Presidencia de Donald John Trump en la Casa Blanca, que comenzará el próximo 20 de enero. Atrincherado en su Trump Tower neoyorquina, aparentemente persuadido a moderar su discurso (ya marcó distancias con la ultraderecha racista estadounidense), el mundo de Trump es una incógnita que acrecienta las inquietudes y las preocupaciones.
Presumiblemente, sus efectos se dejarán sentir con mayor intensidad en Europa. En el foco está su supuesta admiración por Putin, por lo que su primer encuentro con el astuto presidente ruso dejará marcadas algunas cartas estratégicas, en especial el futuro de la OTAN, Siria, Ucrania, Europa o China. Preventivamente, la primera noticia de importancia de 2017 estará enfocada en esa primera cumbre Trump-Putin.
Esperando el Brexit, Europa va a un inquietante año electoral en 2017. La ultraderecha del Frente Nacional francés liderado por Marine Le Pen cabalga con expectativas de victoria en las presidenciales de mayo. Otro punto clave por ser Le Pen simpatizante de Donald Trump y de Vladimir Putin.
Alemania irá a elecciones generales en octubre, con Ángela Merkel volviendo a presentarse, ahora erigida como baluarte de la “sensatez”, la “concordia” y de la atribulada “democracia liberal representativa”, muy golpeada recientemente por los populismos que imperan ahora en ambos lados del Atlántico. Todo ello sin olvidar la sagacidad y audacia de un Putin estratégicamente calculador, que gana adeptos a nivel global y se erige como el líder planetario más influyente.
Por tanto, no es casualidad que en su gira de despedida, Barack Obama visitara a Merkel en Berlín y después fuera la propia Merkel la que se apresurara a anunciar su candidatura electoral. El objetivo es ajustar y asegurar el poder del ‘establishment’ ante el terremoto político que se espera en Europa en este 2017, donde Holanda e Italia también van a elecciones, con populistas de extrema derecha y otros de izquierdas avanzando en las expectativas de las urnas.
Está por ver también qué pasará con Cuba e Irán con Trump en la Casa Blanca. Alterando las expectativas de Barack Hussein Obama, es previsible que Trump congele indefinidamente cualquier acercamiento con Teherán y refuerce los vínculos con Israel.
Mientras Siria se desangra, Cuba estará igualmente en el congelador, a pesar de la muerte a los 90 años de edad del líder de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz. 
Pero es posible que Trump sucumbe a los imponderables intereses comerciales y empresariales que igualmente deben estar girando puertas hoy en día en la Trump Tower. China es otro tema. Ya se verá si hay confrontación económica o pragmatismo de realpolitik.
No es seguro que el muro antiinmigración en Estados Unidos de América se consolide en los próximos meses. En realidad, este muro siempre ha existido pero la clave estará en observar cómo el (odiado por Trump) ‘establishment’ de Washington termine finalmente influyendo en la posible moderación de las excentricidades del próximo inquilino en la Casa Blanca. Si el ‘fenómeno Trump’ es algo circunstancial o vino para quedarse.