Opinión

¿De qué se ríe un pueblo machista?

¿De qué se ríe un pueblo machista?

Hace unos días, en España, un profesor dijo a su alumnado –chicos y chicas– que las mujeres no deberían estar en el aula sino en la cocina, sirviendo al macho. No ha pasado nada, aunque estos prejuicios alcancen a más población mundial –la mitad– que los del propio nazismo. Estas declaraciones crean la cultura de la propiedad de lo masculino sobre lo femenino y los más débiles mentalmente, los que no tienen capacidad alguna para repensar su cultura, se convierten en asesinos de mujeres. Esto no disculpa al asesino, pero hay que verlo como una lógica consecuencia de la cultura que estamos creando: siempre habrá quien lleve al extremo los valores culturales que le rodean. La sociedad, que sostiene la cultura que nos rodea, digiere estos comentarios de forma pasmosa aunque debería tipificarse y penarse como apología del terrorismo machista del mismo modo que se persigue –en este caso de modo desproporcionado e injusto– a líderes nacionalistas del País Vasco por sus simples opiniones. En estos mismos días, un maltratador reincidente degolló a su ex mujer y a su nuevo novio. Si esto fuera un simple delito, bastaría con perseguirlo y reprimirlo pero no es tan simple, no es sólo una cuestión de castigo. El asesino no se escapó, se suicidó al día siguiente, y nadie se mata o se entrega a la policía después de atracar un banco. Aunque merece todo el castigo del mundo, no empezaremos a solucionar este grave problema hasta que veamos que estos criminales –los que se suicidan y se entregan a la policía después de matar a sus parejas– también son víctimas de la cultura machista y los que hacen apología de ella. Un pueblo se retrata por sus humoristas y por los chistes que revelan sus impulsos culturales más primarios. El día en que dejen de hacer gracia las babosadas sobre las mujeres de las que se ríe media España empezaremos a cambiar esta cultura asesina.