Opinión

Cocina Gallega

Hace unos días, entrevistando al gran actor argentino Osvaldo Santoro para mi programa ‘Consentidos’, surgió el tema de los rumores, y lo mal que hacen cuando son malintencionados. Recordé aquello de “pueblo chico infierno grande”, y algunos episodios aldeanos donde la maledicencia arruinaba la vida de unos y otros, obligando en ciertos casos a emigrar, comenzar una nueva vida lejos de las malas lenguas. El actor señaló que las redes sociales llevan este hábito y peligro a escala global, y que es a veces imposible combatir la mala leche de algunos que logran, en dos líneas o una fotografía, instalar una mentira. Claro que otros/as, sin demasiado talento, usan la misma herramienta para mediatizar la imagen personal y lograr su minuto de fama, caiga quien caiga. Husmear en la Red, sin embargo, puede deparar sorpresas, al reconocernos en otras voces de amigos invisibles. En el blog Gallegos por el mundo, por ejemplo, leemos y recordamos cómo se ejercía la censura a la prensa en España: “Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, o 7 de Xaneiro hai 63 años falecía no Centro Gallego de Buenos Aires. (Do Wiki): Murió el 7 de enero de 1950 en el sanatorio del Centro Gallego de Buenos Aires, siendo enterrado el 9 de enero en el Cementerio de la Chacarita. La Dirección General de Prensa del Gobierno de España despachó instrucciones a los medios acerca de cómo tratar la noticia: “Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao se advierte lo siguiente: La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, esta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro ‘Sempre en Galiza’ ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente”. Sus restos fueron trasladados de nuevo a Galicia en 1984, y ahora descansan en el Panteón de Gallegos Ilustres, en el monasterio de Santo Domingo de Bonaval. Todos sabemos que hay gallegos en todo el mundo, y descendientes que sobresalieron de una u otra manera. Es conocido que los hermanos Fidel y Raúl Castro descienden de un paisano emigrado a Cuba. Que el presidente que inaugura la nueva etapa democrática en Argentina, Raúl Alfonsín, fue hijo de Serafín, natural de Ribadumia. Pero en el blog de referencia nos enteramos que el campeón de Fórmula 1 Niki Lauda era nieto del orensano Juan Lauda Crespo. O que el abuelo de Mikhail Gorbachov fue Anton Corbacho, emigrado a URSS en 1931 con su hijo Manuel, padre de Miguel que sovietizó su nombre y alcanzó la más alta posición política en el país de acogida de sus mayores. Un emigrado a Uruguay (¿tal vez retornado?) deja esta entrada con la que muchos otros podrían identificarse: “Muchas veces me he puesto a reflexionar sobre la larga historia del pueblo gallego siempre unida a la emigración. Y he asumido que todos los gallegos tenemos en nuestras vidas tal circunstancia. No solamente  los que nos fuimos sino también los que aquí se quedaron. Mientras que en otros sitios el emigrar es algo detestable e indeseable, nosotros lo tenemos metido en los genes, porque desde siempre los gallegos fuimos emigrantes, nos tuvimos que ir a ganar la vida en tierras extrañas, generación tras generación y a pesar de lo que nos dolía la separación siempre teníamos a alguien conocido que nos esperaba y nos guiaba a nuestra llegada, alguien que se había ido muchos años antes, un ‘emigrante viejo’. Otra cosa que me llama la atención es lo poco que siempre se valoró por parte de nuestros gobernantes tal circunstancia. Solamente se tienen en cuenta a los emigrantes para pedirles el voto cuando hay elecciones, dejando en muy segundo término las vidas y vivencias de esas gentes que son parte de la historia gallega le pese a quien le pese. Recuerdo que en la entrada de la ‘Casa de Galicia’ de Montevideo hay un cuadro dedicado a los emigrantes, siempre que entraba por esa puerta me lo quedaba mirando y pensaba en todos los que un buen día se vieron obligados a emprender un viaje que casi siempre finalizaba después de muchos años con morriña y sin regreso. Envío estas líneas en recuerdo a esa sangría humana de un pueblo que parece haber nacido con las maletas hechas”. Otras voces, nuestras voces.

Hígado de cerdo en salsa verde
Ingredientes: 1 Kg. de hígado de cerdo, 1 cebolla, 4 cucharadas de perejil picado, y vaso de vino blanco, aceite de oliva, fécula de maíz, sal, pimienta.
Preparación: Limpiar el hígado y cortarlo en cubos de 3 centímetros, picar la cebolla y dorar en aceite. Incorporar el hígado, dar unas vueltas, echar el vino y dejar que se guise. Salpimentar, añadir el perejil, y agregar caldo si es necesario. Ligar la salsa con la fécula y servir acompañando con arroz blanco.