Opinión

Cocina Gallega

Alguna vez escribimos en esta columna sobre la vida del emigrante gallego Alfonso Graña, que como tantos otros paisanos se ve obligado a desterrarse, primero a Brasil, luego a Perú (Iquitos), y finalmente al Alto Marañón, donde termina nombrado ‘Alfonso I, Rey de la Amazonía’, con dominio absoluto sobre los temibles jíbaros. La leyenda cuenta que su primer encuentro con los aborígenes termina mal: el amigo de Galicia que lo acompaña en la aventura es asesinado. Pero Graña salva su vida porque la hija del jefe de los jíbaros se encapricha con él, y lo convierte en su esposo, que le da 2 hijos y se convierte a su vez en rey al morir el suegro. Cuando después de muchos años se lo ve en Iquitos, llega escoltado por indios y con productos de la selva para vender. El lugar de encuentro de los emigrantes españoles (muchos de los cuales habían llegado atraídos por la “fiebre del caucho” que prometía rápidas riquezas) es la librería ‘Amigos del País’, de otro gallego, Cesáreo Mosquera, con quien Graña traba amistad y a quien le cuenta sus aventuras. Mosquera se las relata al capitán Francisco Iglesias Brage y éste al periodista Víctor de la Serna, que las publica.

Así nos enteramos de la epopeya individual de este paisano que fallece en 1934, venerado por sus jíbaros. Por estas pampas, se cuenta que la famosa cacica Bibiana García sería hija del gallego Florencio Blanco, llamado Macho Blanco por los indios, tipo decidido y valiente, muerto en ocasión de un malón. Así lo afirma la nieta de Cipriano Peralta, amigo de Blanco. En una carta conservada en el Museo Etnográfico y Archivo Histórico de Azul, esta señora relata que cuando su abuelo, integrando una milicia que logra liberar cautivas, encuentra entre ellas a dos hijas de su amigo, Bibiana y Eufemia. Bibiana decide retornar a las tolderías. Bibiana García logro después de 10 años de tenaces gestiones, transitando despachos oficiales en Buenos Aires, y reclamando en un castellano mechado de términos mapuches, que el presidente Roca (héroe de la genocida Campaña del desierto) firmara un decreto por el que se creaban dos colonias pastoriles para concederles tierras a las indiadas catrieleras que deambulaban entre La Pampa y Neuquén.

El caso de Bibiana García es singular, ya que las cacicas entre los indios solo lo fueron en virtud de ser esposas de los caciques, que ejercían el poder real. Una legendaria fue la llamada China Luisa, esposa del cacique Caniuquir, de la tribu de los vorogos, asentados en Guamini. Parece ser que esta Luisa tenía las características de las llamadas ‘mujeres fatales’, y no había indio que no se sintiera seducido por su belleza. Se cuenta que varias veces fue raptada por hombres del cacique tehuelche Chocori, y que inclusive Rosas la tenía en gran consideración y le encomendaba delicadas misiones diplomáticas ante los jefes indígenas y cristianos. Se dice que la China Luisa supo andar por la Chacarita de los Colegiales y San José de Flores, donde su presencia causaba revuelo. Pero el caso de Bibiana García es diferente, ya que fue ‘machi’ (curandera) y soberana absoluta de la tribu durante 30 años, y a quien sus súbditos llamaban Reina y le profesaban entrañable cariño, tanto que “la querían más que a los perros”, expresión de máxima alabanza entre los indios para quien había luchado tanto para la reivindicación de su pueblo.

Probablemente la hija de Florencio García haya sido esposa de Lorenzo, hijo del famoso Cipriano Catriel, que murió en 1889, a los 27 años, cuando Bibiana asumió el cacicazgo absoluto de la tribu. Entre 1900 y 1902, los indios dirigidos por la brava Reina se radican en los campos denominados El Medanito (donde luego se encuentra petróleo) y los Barrialitos, por lo que se la considera fundadora de la ciudad de Catriel. Allí, a pesar de ser abandonados a su suerte por el gobierno, muchos se dedicaron al cultivo, cría de ovinos, cabras, y algunas vacas, sin olvidar las boleadas de avestruces y guanacos. Las mujeres se dedicaban a la tejeduría y tareas domésticas. Bajo la enérgica dirección de la ‘machi’, la comunidad se organiza, y logran hacer una vida regular y pacifica. Al poco tiempo, sin embargo, empiezan a llegar cristianos, que, ayudados por leguleyos sin ética, van desalojando a los indígenas de sus tierras. El despojo finaliza cuando, en 1919, muere Bibiana García, en ocasión de concurrir a un parlamento convocado por el cacique Baigorria, en Puelen, La Pampa. Allí mismo es inhumada, frente al sol naciente, con los antiguos ritos de la raza mapuche. Su nombre indígena era Dughu Thayen (“cascada rumorosa”); camino a la cocina asocio palabras y canturreo “¿Qué din os rumorosos / na costa verdecente / o rayo trasparente / do pracido luar?”.

Berenjenas rellenas

Ingredientes: 4 berenjenas, 200 grs. de carne de pollo picada, ½ cebolla, ½ pimiento rojo, salsa de tomate, 1 cucharada de pan rallado, 50 grs. de queso rallado, aceite, pimienta y sal.

Preparación: Partimos por la mitad a lo largo las berenjenas, pasamos por agua hirviendo 10 minutos. Aparte, rehogamos la cebolla y el pimiento picados. Incorporamos el pollo, damos unas vueltas y añadimos la salsa de tomate y el pan rallado, salpimentamos y dejamos cocer a fuego lento 20 minutos. Sacamos las berenjenas del agua, escurrimos y las vaciamos. Separamos las semillas y añadimos la carne a la salsa. Rellenamos las berenjenas con la mezcla, espolvoreamos abundante queso rallado y llevamos al horno hasta que gratinen.