Opinión

Cocina Gallega

Mientras buscaba material para mi programa de radio, en el que iba a estar de invitado José María Muscari, director y adaptador de ‘Bodas de Sangre’, me topé con el audio de una entrevista de Ian Gibson, tal vez el biógrafo mas riguroso de Federico García Lorca. En dicha conversación, la sirvienta de la familia Lorca describe cómo le llevaba comida diariamente al Gobierno Civil donde el poeta estaba preso. Gibson consiguió una impresionante grabación donde la mujer, todavía temerosa de las posibles consecuencias de sus revelaciones (era 1966, época franquista), es animada por su hija y el entrevistador para contar sus recuerdos. Este es el diálogo: ¿De modo que usted le llevaba un termo de café y un cesto con la comida? Eso es. ¿Y cuántas veces al día iba usted? Una vez al día nada más. Yo iba por la mañana. Llegaba ahí muertecilla. La primera vez que fui me dijeron: ¿Qué quiere usted? ¿Está ahí el señor García Lorca? ¿A quién busca usted? Pues al señor García Lorca. Este señor, ¿pa qué? Pa llevarle de comer. Me dijo a mí: No puede ser. ¿Allí en el portal mismo? Sí, allí donde se entraba. Me dice: No puede ser. Dice otro: ¿Por qué no puede ser? Ésta es la criada de ellos. Pues suba usted. Yo no; como yo no sé, tienen ustedes que subir conmigo. Y me subieron hasta donde estaba el señor Federico. Yo iba muertecilla. Usted sabe que no podía usted nada, que juzgaban a las criadas también. Entonces un señor que estaba allí abrió la tortilla (haciendo el ademán de abrirla para ver si había algo dentro). El señor Federico estaba en una celda. ¿El escribía entonces? No, pero las cosas estaban allí. No había cama ni nada, no había más que eso. Y al entrar me decía el señor Federico; Angelina, Angelina, por qué has venido? Me manda su madre, es su madre quien me manda.... Mientras yo estaba adentro! Yo no quiero que usted me meta a mí en nada!! No, no, no! Angelina: Me da mucho susto. Mientras yo estaba allí, estaban los otros en la puerta del cuarto, así con los fusiles. Él no quería comer nada, no comía nada. ¿Y usted fue al día siguiente? Sí y no había comido nada. Efectivamente, la muchacha volvió al día siguiente al Gobierno Civil y le dijeron que aquel señor ya no estaba allí, ni si se lo habían llevado a la cárcel. La dejaron subir por si había dejado algún mensaje, pero en el cuarto no había más que el termo y la servilleta. Ella entonces se dirigió a la cárcel dispuesta a llevar a cabo su cometido y en la portería dudaron si García Lorca estaba allí encerrado o no. Le dijeron que volviese por la tarde, pero ella lo hizo al día siguiente. Entonces le explicaron: “Este señor que usted dice, nunca ha estado aquí”. Entonces –concluye Angelina– me devolvieron el cesto. Claro, ya le habían matado al señor Federico, allí en Viznar”. Es curioso, cuando oía los recuerdos de esta buena señora, no pude dejar de asociar su experiencia y los diálogos a los que sufrieron muchas Madres de Plaza de Mayo cuando intentaban visitar o recabar noticias de sus hijos presos-desaparecidos. Entre esas madres se contaban sobrevivientes de los horrores de nuestra Guerra Civil, o hijas de víctimas inocentes. La orensana Dionisia López es solo un ejemplo, junto a otras luchadoras con apellidos, propios o por casamiento, de indudable origen galaico: Nora Cortiñas, Josefa Noia, Aída Boga. Vamos a la cocina recitando Cantiga do neno da tenda, de Federico: “Bos aires ten unha gaita / sobre do Río da Prata / que a toca o vento do norde / coa súa gris boca mollada. // ¡Triste Ramón de Sismundi! / Aló, na rúa Esmeralda, / basoira que te basoira / polvo d’estantes e caixas. // Ao longo das rúas infindas / os galegos paseiaban / soñando un val imposíbel / na verde riba da pampa. / ¡Triste Ramón de Sismundi! / Sinteu a muiñeira d'ágoa / mentres sete bois de lúa / pacían na súa lembranza. // Foise pra veira do río, / veira do Río da Prata. / Sauces e cabalos múos / creban o vidro das ágoas. //Non atopou o xemido / malencónico da gaita, / non viu o inmenso gaiteiro / coa boca frolida d’alas: / Triste Ramón de Sismundi, / veira do Río da Prata, / viu na tarde amortecida / bermello muro de lama”. No imaginaba el poeta que ese mismo Río de la Plata vería años después, tan asombrado como la húmeda tierra de Viznar, caer los cuerpos sin vida de las víctimas de la crueldad humana, la indiferencia de unos y la complicidad de otros. Aunque podría sospechar en su lucidez que los hombres somos propensos a tropezar no dos, sino muchas veces, con la misma piedra.

Falda en salsa de nueces
Ingredientes: 2 kgs. de falda con hueso, 1 cebolla grande, ½ kg. de papas pequeñas para asar, 200 grs. de nueces peladas, 1 vaso de vino blanco, 1 lt. de caldo de carne, 100 ml. de crema de leche, aceite, ajo y sal.


Preparación: Cortar la carne en trozos de aprox. unos 20 cms. de largo. Adobar con ajo picado, aceite y sal. En una olla echar 4 cucharadas de aceite de oliva, y dorar la cebolla picada. Retirar con una espumadera y en ese mismo aceite, sellar las tiras de carne por todos los lados. Mientras se hace la carne dorar las papas en el horno. Una vez bien dorada la carne, volver a introducir la cebolla y cubrir con el vino blanco y el caldo. Aparte, picar las nueces y añadirlas a la olla donde está la carne y la cebolla. Cocer 45 minutos. Retirar la carne, y pasar la salsa por la batidora. En este momento añadir la crema.