Opinión

Terrorismo sexual con sotana

Terrorismo sexual con sotana

Tenemos los gallegos un don para engendrar buena gente que no sube –ni aspira a ello– a ninguna cumbre, y engendrar gente mala que llega a las más altas cotas de poder. O salen ovejas plácidas, o salen lobos enfermos de rabia; no viene un perro San Bernardo ni a la de tres. Ya en la primera página de su libro ‘La Iglesia en España’ (Editorial Península), el periodista Alfredo Grimaldos explica –apoyado en una documentación robusta– las implicaciones del cardenal Rouco Varela protegiendo a sacerdotes acusados y condenados por abusos sexuales a menores. Desde un punto de vista moral, el que fue máximo dirigente de la Iglesia católica de España fue cómplice del espantoso terrorismo sexual que protagoniza una parte de la Iglesia. Y se va a ir de rositas, sin cárcel ni condenas, como los grandes chorizos de la banca y la política de España. Y hay que señalar a la Iglesia en conjunto porque el Gobierno de la institución ha protegido a sus delincuentes. Intuyo que, para las víctimas y además creyentes, peor que la propia violación debe ser que allí donde acudas a denunciar te reciban tratando de desacreditarte, silenciándote y culpándote ante el mismo dios al que rezas, como cuando Rouco expulsó de la diócesis a los denunciantes de abusos sexuales. Hay que decir que he conocido a cristianos de base que dedican su vida a sacrificarse con generosidad ejemplar por los que sufren, y que sienten por sus dirigentes eclesiásticos el mismo desdén y rencor que una parte bienintencionada de los militantes de partidos y sindicatos que sufren la terrible corrupción en las cúpulas de sus organizaciones respectivas. Por eso hay que aplaudir las primeras medidas del Papa Francisco para, de entrada, dar voz y reconocimiento a los miles de víctimas que siguen sufriendo y tienen vergüenza de admitirlo. Veamos en qué acaba.

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