Opinión

‘Petroglifos’ y ‘castros’ del oriente de Ourense

‘Petroglifos’ y ‘castros’ del oriente de Ourense

Viajando por las espléndidas tierras de la provincia de Ourense, al contemplar y vivir entre las ubérrimas comarcas de O Bolo y Valdeorras, se nos ofrecen estas joyas prehistóricas denominadas ‘petroglifos’, esto es, símbolos ocultos inscritos sobre las piedras. Restos hallados que nos remiten a una remota antigüedad de comunidades asentadas en la región. ¡Cuántos vestigios de la época megalítica, de la Edad del Bronce, de la cultura ‘castrexa’, de la civilización romana y de la Edad Media! La ciencia de la Arqueología jamás ha dejado de estudiar y obtener sus conclusiones acerca de los seres y los modos de vida de aquellos constructores de ‘mámoas’ y ‘antas’, ‘castros’ y ‘aras’. ¡Cuántos enigmas, no obstante, por descifrar! ¿Y aquellos ‘petroglifos’ desde sus misteriosos trazados que los hombres primitivos insculpieron arriba de las rocas? ¿O aquellas sencillas rayas o motivos vegetales y animales?¿Y aquellos que nos brindan sus “espirales” y “laberintos”, que se corresponden con los símbolos empleados en todas las culturas y geografías, siempre vinculados con el “mundo interior” y la “evolución”?

Estoy delante de los ‘petroglifos’ de la Edad del Bronce cuyos hallazgos tuvieron lugar en un viñedo de Valdegodos, en Vilamartín de Valdeorras. Heme aquí también, asombrado, ante los ‘petroglifos’ de las Ferraduras, en A Mezquita. No nos olvidamos de los de Ribera y A Gudiña: numerosas ‘cazoletas’ y ‘líneas’. En A Pedra das Ferraduras –lugar perteneciente a O Tameirón– son ‘herraduras’ grabadas sobre la roca, adornadas además por una bella leyenda. Entre zarzas y arbustos, en un viñedo de Valdegodos –tierras de Vilamartín de Valdeorras–, una roca granítica atesora un ‘petroglifo’ de la Edad del Bronce ya muy arruinado: el único que se conserva de lo que da la impresión de haber sido “conjunto”, asimismo desaparecido al ‘dinamitar’ lamentablemente aquella sagrada y testimonial roca.

Ya que atravesamos estas benditas regiones –puertas abiertas de Galicia a la geografía castellana– de la provincia de Ourense, no nos resistimos a transcribir esta singular composición dedicada a San Francisco Blanco, el mártir de O Tameirón, nacido en 1570 y fallecido en 1597, víctima del martirio, como misionero, tan sólo cinco meses después de su arribo a Japón. Se trata, al parecer, de una obra anónima, que en lengua gallega se expresa así: “A res pacía tranquila/ nas Candas de Diabredo; / na Chaira, nos Morondais,/ no Campizo e Marravello./ Lonxanas terras niponas,/ lixeira andivo a fortuna,/ que en días contados tiñas/ xa acumulada a túa ucha./ Polos alcores da autora/ érguese unha cruz moi alta, /brillando coma unha estrela/ que a mesma do sol apaga./ Mártir e Blanco de nome,/ de alma e de corpo blanco;/ más blanco ca neve pura,/ tan blanco que foi un santo”.

¿Y qué diremos de los ‘castros’, propios de aquellas civilizaciones prerromanas? Estamos en la comarca oriental de Ourense, donde sólo en A Gudiña se hallan no menos de una docena, y otros tantos en A Mezquita y A Medorra, Pe de Meda y A Petada, Ermelo y As Quintas… Sobre el ‘castro’ de O Barco nació la “ciudadela romana” y durante la Edad Media el lugar fortificado de O Castro. Entre los hallazgos, muros de casas de forma cuadrada y redonda, molinos redondos, piedras labradas, restos de cerámica, “tégulas” y demás vestigios romanos.