Opinión

El necesario ‘Diccionario gauchesco’ de Don José Gobello

El necesario ‘Diccionario gauchesco’ de Don José Gobello

“A Misael, que me hizo la gauchada de organizar los originales de esta obra y corrigió las pruebas, con cariñoso agradecimiento”, leemos con el nombre de su dedicatario, el propio hijo del autor, la página inicial el libro Diccionario gauchesco, Marcelo Héctor Oliveri, editor, Buenos Aires, 2003, cuyo autor es el llorado filólogo y ensayista Don José Gobello. Con las bellísimas ilustraciones de 2001 del artista Norberto Pagano y la encomiable labor de la Editorial Dunken, Ayacucho al 357, Capital Federal, nos hallamos ante los párrafos de la ‘Nota Bene’ del sin par Gobello, humanista colmado tanto de austeridad como de conocimiento.
“Toda lengua deriva a una ‘koiné’, a una lengua común que procede de la reducción de una variedad idiomática a una unidad –escribe el que tantas décadas fuera el presidente de la Academia Porteña del Lunfardo de Buenos Aires–. Hace por lo menos 800 años, el castellano –los españoles gustan llamarlo español– era algo así como una ‘koiné’ del ‘sermo plebeius’ y del árabe. La ‘koiné’ que hablamos hoy los porteños reduce a unidad el mejor castellano de España, el vocabulario de la campaña y los dialectismos y jergalismos traídos por la inmigración. En proporción creciente aparecen en el cóctel algunos términos de procedencia inglesa difundidos por los medios de comunicación pública. La proliferación de esta terminología derivará supongo, a una variación muy importante de la ‘koiné’ porteña; pero ello ocurrirá en la era posmoderna recién inaugurada”.
Don José Gobello nos recuerda que el vocabulario de la campaña bonaerense acostumbra a denominarse “lenguaje gauchesco”. También “habla gaucha”. Quienes habitaban en la campaña bonaerense empleaban dialectismos y arcaísmos españoles, al igual que ciertas voces tomadas en préstamo de las lenguas vernáculas, esto es, el “quechua”, el “guaraní” y el “mapuche”. ¿Cómo no citar los perdurables nombres de Hidalgo, Godoy o Ascasubi? Inevitables son las figuras de Estanislao del Campo, José Hernández –el autor de Martín Fierro, la “biblia gaucha” por antonomasia– y Celedonio Flores. El inolvidable lingüista español, muchos años vinculado a la Argentina, Amado Alonso, en su obra Estudios Linguísticos, Madrid, Gredos, 1961, nos expresa: “Nuestros ‘gauchescos’ se impusieron la rima forzada de hablar la ‘gramática’ y el ‘vocabulario’ de los paisanos; algo genérico y tradicionalmente asentado. Este dialecto gauchesco es el que aprende Ascasubi de los gauchos, y Del Campo, de Ascasubi”.
De “vicios de dicción” habló López Osornio, aquel enamorado de la vida rural argentina. Desde luego que son numerosas las peculiaridades fonéticas del “habla gaucha”, imitada por la literatura gauchesca. Igualmente las “irregularidades” de índole morfológica y sintáctica. Sin ir más lejos, la conjugación de los verbos, los “vulgarismos” de no pocos vocablos y la maravillosa alteración y creatividad de símiles o comparaciones en el retablo de sentencias y refranes. Evoquemos los imprescindibles estudios de María Beatriz Fontanella de Weinberg en torno al español bonaerense de los siglos XVI, XVII y XVIII. “En el caso del ‘gauchesco’ –señala Gobello– no habría modo de hacer un vocabulario del repertorio oral, puesto que de él sólo quedaron testimonios literarios. Cuando compilé mis diccionarios del ‘lunfardo’, privilegié los textos sobre el habla”. Leemos todo el ‘Diccionario’ desde la ‘A’ a la ‘Z’, antes del alcanzar el fértil ‘Clave y Bibliografía’.