Opinión

‘El Marne’ de Eduardo Arolas y ‘Silencio’ de Carlos Gardel

‘El Marne’ de Eduardo Arolas y ‘Silencio’ de Carlos Gardel

“Recordemos una semana desdichada para la humanidad, chispa de una tremenda hoguera… Habiendo declarado Austria la guerra a Servia el 28 de julio de 1914, Alemania se la declaró a Rusia el 1º de agosto y el 3 a Francia. Al día siguiente, Gran Bretaña se agregó al conflicto enfrentando a los germanos”, escribe el poeta y ensayista tangólogo Francisco García Jiménez en su estudio esencial titulado Así nacieron los tangos, Ediciones Corregidor, primera edición, Buenos Aires, 1980.

El título de un tango evoca uno de los acontecimientos más dramáticos de esa primera conflagración mundial. ¿Quién era el autor de la composición? Eduardo Arolas –quien ya había pasado el “cachorro” a “tigre de bandoneón”– completaba en 1914 un segmento de rauda carrera desde el café ‘T.V.O.’ de la esquina de Montes de Oca e Iriarte, rumbo al ‘cabaret Montmartre’, de Corrientes al 1400, con un ‘intermezzo’ en el viejo restaurante de ‘La Buseca’, en Barracas al Sur, esto es, como la gente, por fiel costumbre, denominaba al barrio de Avellaneda. Eduardo Arolas compuso su primer tango Una noche de garufa, cuando alboreaba en su Barracas al Norte. “Arolas inventaba melodías para extroverter sus estados de alma, como otros desahogan sus inquietudes con una frase, una queja o un suspiro”, nos indica Francisco García Jiménez.

Cuando comienza septiembre de 1914, la llamada “primera guerra mundial” se cobra una indecible cuota de sangre en la vieja Europa. Una vez cruzada la frontera belga, los alemanes marchan, imparables, hacia la capital de Francia, con matemática precisión, jornada por jornada. El ‘kaiser’ Guillermo II y sus uniformados cortesanos tenían previsto el desfile triunfal. Los convoyes de tropas y los trenes de artillería germanos llevaban estampada a pincelazos de albayalde esta leyenda: “De Berlín a París”. El 5 de septiembre tan sólo le restaba al ejército prusiano –de un millón de hombres– cruzar el río Marne, próximo a las puertas de París, la bella Ciudad-Luz. El general Joffre arrojó su célebre consigna: “¡No pasarán!”. De manera que 800.000 franceses la cumplieron con una batalla que duró siete días y siete noches sin tregua, dejando al enemigo varado en una guerra de trincheras que aún se prolongaría durante cuatro años.

Memorable gesta que hizo vibrar a Buenos Aires merced a aquella acción bélica gloriosa. ¿Y cómo no pensar en la conmoción causada entre las muchachas francesitas, contratadas en los ‘cabaret’ y compañeras cordiales de los ejecutantes criollos? Eduardo Arolas –súbitamente contagiado de estimulante entusiasmo– compuso entonces en el ‘Montmartre’ el tango El Marne, “prodigio de arquitectura musical, ornado de un leve giro de ternura”, a criterio del recordado tangófilo García Jiménez.

Este 24 de junio de 2015 –¡noche de verano y sortilegio de San Juan Bautista!– se cumplió el 80º aniversario del fallecimiento del gran ‘Carlitos’ Gardel en aquel trágico accidente de aviación en el aeropuerto de Medellín, en Colombia, en 1935. Y a la memoria nos viene una seductora y prodigiosa voz en los melodiosos compases de su tango Silencio, también nostalgiado de aquella “madre” “con sus cinco hijos” y “cinco medallas” ganadas “en los campos de Francia”. “¡Un clarín se oye!”. Y después, “silencio en la noche”, “silencio en las almas…”.