Opinión

Infancia y primera juventud musical de Horacio Guarany

Infancia y primera juventud musical de Horacio Guarany

“Murió Horacio Guarany, un creador inolvidable. ‘La canción del adiós’. Víctima de una insuficiencia cardiaca crónica, el artista falleció en su casona de ‘Plumas Verdes’, en Luján. De origen muy humilde, se abrió paso en el mudo de la música y se convirtió en un icono del cancionero popular”, leo así en las páginas de la revista Pronto Semanal de Buenos Aires, del 18 de enero del presente 2017, que gentilmente me remitió Martita Di Marco Beguiristain, hermana de Marita, ambas amadas sobrinas de Susana Berta, nacidas bajo el radiante sol de la Pampa húmeda, en la bella y fértil Balcarce –pago natal del ‘chueco’ Juan Manuel Fangio, el quíntuple campeón mundial de automovilismo–, al sur de la provincia de Buenos Aires.

Pues Horacio Guarany falleció, en efecto, el próximo pasado viernes, 13 de enero del presente año, en su casa de la villa de Luján, a los 91 años, donde vivía desde 1989 y que se había convertido en su refugio. Abrazado por una frondosa arboleda, sus perros y sus caballos y, claro está, por la bodega que construyó y donde recibió a tantos y tantos amigos que cotidianamente lo visitaban, se murió el que había nacido como Heraclio Catalín Rodríguez aquel 15 de mayo de 1925 en Las Garzas, provincia de Santa Fe. Una región dominada por la lamentablemente célebre ‘La Forestal’, empresa inglesa que terminó con la madera de “quebracho” argentino. Horacio fue el antepenúltimo de catorce hermanos, hijo de Jorge Rodríguez, un indígena correntino, quien era hachero y trabajaba para ‘La Forestal’. Su madre se llamaba Feliciana Cereijo, natural de León, en España. El propio Horacio nos contó acerca de su infancia cómo, a causa de la pobreza, a los seis años tuvieron que darlo en préstamo a unos primos que manejaban un almacén: allí, a esos años, podría ganarse su sustento, considerando que era una edad suficiente para trabajar. Y en ese almacén se abrió su alma de artista. “Me prestaron en un boliche y ahí me crié, lejos de mis padres. Pero a los 6 años ya escribía canciones –nos relata él mismo–. Venían los payadores, los cantores, y los escuchaba. ¿Influyó eso en mí o yo ya venía con el canto adentro? No lo sé, no pienso en eso, no calculo las cosas. Sé que soy un cantor, y uno bueno, aunque no siempre lo digo, para hacerme el humilde”.

En aquel almacén, pues, cantó en público por primera vez y en 1943 partió para Buenos Aires a probar suerte con el canto. Vivía en una pensión, cantando en el barrio de ‘La Boca’, en el boliche cuyo nombre era ‘La Rueda’. Como apenas podía sobrevivir con ello, se embarcó como cocinero de a bordo y también como foguista. Desde la perspectiva profesional, se inició con la orquesta de Herminio Giménez, cantando música paraguaya y en idioma “guaraní”. Armando incluso su propio conjunto, llegó a grabar un disco, casi sin repercusión. ¿El éxito? Lo alcanzó de modo imprevisible: la soprano china Liu Shu Fang –cantante estrella de la ‘Ópera’ de Pekín que cantó en el teatro ‘Colón’ de la capital porteña– se llevó el primer tema que compuso un muchacho desconocido llamado Guarany, lo grabó y lo transformó en un clamor de aplausos. Merced a la cantante, su canción titulada Regalito se difundió en la Unión Soviética, de tal manera que en 1957 Horacio fue invitado a participar en el ‘Festival Mundial por la Paz y la Amistad’ de Moscú. Grabó y hasta filmó una película en Rusia, regresando a la Argentina ya como una estrella.