Opinión

‘O Hospital Real’ de Compostela en ‘A Praza do Obradoiro’

La estatua del célebre político Montero Ríos en el centro de la plaza de ‘Obradoiro’ de Santiago de Compostela produjo una viva polémica entre sus ciudadanos, entre los que participaron, además de otros, el escritor, artista, político y ensayista Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.
‘O Hospital Real’ de Compostela en ‘A Praza do Obradoiro’

La estatua del célebre político Montero Ríos en el centro de la plaza de ‘Obradoiro’ de Santiago de Compostela produjo una viva polémica entre sus ciudadanos, entre los que participaron, además de otros, el escritor, artista, político y ensayista Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. “Todo o conxunto da praza, cos edificios que a conforman, mira –desde su sobresaliente posición­– hacia el verdor de la naturaleza que se dilata desde la ‘carballeira’ de Santa Susana, pasando por la de San Lourenzo y por el monte Pedroso, al igual que mira hacia las huertas que quedan en la ‘valgada’ que se dirige cara al río Sarela, como nos recuerda Manuel Vilar Álvarez en su opúsculo titulado ‘A Praza do Obradoiro’, ediciones ‘A Nosa Terra’, ‘Concello’ de Santiago de Santiago, 2005.

Así, pues, resulta semejante a un paño urbano que enlaza la ciudad con la naturaleza que la envuelve. De ahí que, asimismo, algunos de sus edificios –tal es el caso del ‘Pazo Arcebispal’ o ala occidental del claustro catedralicio– exhibían balconadas desde donde contemplar el bello paisaje y el inefable crepúsculo. Todo aquello que no podía caber en los planes urbanísticos de la Edad Media.

A causa de ser el término del ‘Camiño’ y corazón de los peregrinos, la ciudad de Compostela necesitaba espacios donde acoger a los millares de almas que hasta este rincón de Occidente llegaban. Recordemos cómo el arzobispo Diego Xelmírez había encargado levantar un Hospital en la zona de la ‘Acibecharía’, próxima a la iglesia de San Martiño Pinario. Otros centros de atención existían también el de San André en la ‘rúa do Vilar’; el de Nosa Señora en las ‘Casas Reais’; el de San Paio, y el de San Lázaro ya en las afueras de la ciudad. No eran, sin embargo, suficientes para atender a tantos peregrinos que acudían a la Puerta del Perdón y al Pórtico de la Gloria. Con tal motivo –aparte de los muchos ‘caminantes’ que se morían en el suelo de la Catedral, por no tener otro lugar donde guarecerse– se construyó el ‘Hospital Real’.

“Pola suposta axuda recibida polo Santiago Matamouros na conquista de Granada –escribe en su monografía Manuel Vilar­– os Reis Católicos outorgaron a terceira parte do ‘voto’ dese reino como rendas para o mantemento do futuro Hospital”. No obstante, hasta 1499 no determinan hacer un hospital bajo la tutela real. Ordenan, pues, a Don Diego de Muros –deán catedralicio y hombre de su confianza– que lleve adelante las obras en el lugar que estime más idóneo. De tal modo que éste será el espacio ubicado frente a la fachada occidental de la Catedral. Anteriormente, los monarcas desecharon el plan de realizar continguo a San Martiño Pinario y bajo el gobierno de los frailes benedictinos, lo cual respondería a una ‘concepción medieval’ de la atención hospitalaria.

Esta nueva situación va a significar la desaparición de una barriada medieval que había crecido junto al ‘Pazo Arcebispal’. He aquí, por consiguiente, la ‘reordenación’ de una parte del tejido urbano de Compostela: la ‘Praza de O Obradoiro’ así como la ‘rúa de San Francisco’.