Opinión

‘A Gudiña’, las tierras del beato Sebastián de Aparicio

‘A Gudiña’, las tierras del beato Sebastián de Aparicio

Ahora estamos en A Gudiña. Un ‘concello’ que, al igual que el de A Mezquita, alberga una densidad de población muy baja. De temperatura en extremo fría, a lo largo de los siglos fue lugar de paso y de obligada parada, pues arrieros y segadores, peregrinos y viajantes de comercio, han realizado un alto en el camino. No es extraño, por ello, que veamos tantos mesones y establecimientos comerciales. Henos, pues, en el centro de la villa: nos saluda la iglesia de San Martiño, construida entre los siglos XVII y XVIII, con una fachada estilo frontón y una escueta hornacina que nos muestra un busto en relieve de la ‘Piedad’, flanqueada por dos escudos del Conde de Monterrey severamente erosionados.

He acá la cuna del beato Sebastián de Aparicio: un arriero que, a comienzos del siglo XVI, partió hacia las recién descubiertas tierras americanas, donde construyó carreteras a la vez que estimuló la agricultura y la ganadería. En la postrera etapa de su vida se hizo fraile de la Orden de San Francisco de Asís. Si callejeamos después, nos encontraremos con una casa, ya en ruinas, que debió ser propiedad de, como suelen decir, “un personaje de influencia”. Vemos unos misteriosos bajorrelieves que representan “tres rosetas de seis pétalos lanceolados, esmeradamente hechos en sus trazos. He ahí un caballero sobre un corcel en el instante de disparar su arco; un guerrero de pie, con espada y escudo. Aves, cuadrúpedos y motivos vegetales lo decoran. Plana es su técnica ornamental, característica del arte visigótico.

Si queremos contemplar los “petroglifos” de la Edad del Bronce iremos a un viñedo en Valdegodos, en Vilamartín de Valdeorras. También, idénticos vestigios en As Ferraduras, tierras de A Mezquita. ¡Henos ante ‘mámoas’ y ‘antas’, ‘castros’ y ‘aras’! Porque, en efecto, no olvidamos –aparte del universo megalítico y de la Edad del Bronce– las huellas de la cultura ‘castrexa’, del mundo romano y del Medievo. ¿Símbolos ocultos en los “Petroglifos”, esos frecuentes trazados que los hombres primitivos insculpían en las rocas? Algunos de ellos, son sencillas rayas o bien motivos vegetales y animales. En otros casos, espirales y laberintos: símbolos presentes en tantas latitudes distantes y diferentes. De California a Galicia, pasando por la Amazonía, interrelacionados con el cosmos interior y la evolución.

¡‘Cazoletas’ y ‘líneas’ como las de Ribeira, en A Gudiña! ¡‘Pedra das Ferraduras’ en O Tameirón, con menudas herraduras grabadas en la roca, que nos regala una bella leyenda! Según ésta, el propio Santiago Apóstol con su caballo fue quien dejó impresas las huellas en la roca, cuando combatió para expulsar de la región a los aguerridos moros. Mientras caminamos por la denominada ‘Terra das Frieiras’ –al sudeste de Galicia, conformada por los ‘concellos’ de A Gudiña y A Mezquita–, el paisaje amarillo de todas las primaveras nos obsequia con las flores de “carquesia”. Nos hallamos en la provincia de Ourense, limítrofe con ‘Trás-os-Montes’, en Portugal, y Sanabria, en Zamora. Antiguo paso para ambos lados, cuyas lindes señalan el destacado hito fronterizo, nombrado ‘Fraga dos Tres Reinos’. Evocamos ‘A Portela da Canda’ y las admirables alturas de ‘O Padornelo’, los respetables “portones de Galicia”.