Opinión

‘Mi dolor’, tango de Carlos Marcucci y Manolo Meaños

‘Mi dolor’, tango de Carlos Marcucci y Manolo Meaños

“Haber tocado el bandoneón, de pantalones cortos, en la tarima orquestal del ayer famoso bar ‘Iglesias’, de la calle Corrientes, era ya un título nobiliario en el tango. Con él entró en la profesión activa de la música porteña Carlitos Marcucci, nacido en 1903 y fallecido en 1957. Y junto a él –en trío–, y como él con pantalones cortos y una docena de años de edad, apenas, Cayetano Puglisi en el violín”, nos hace recordar el gran compositor tanguero Francisco García Jiménez en su magnífico libro Así nacieron los tangos, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980. Y agrega: “Y en el piano ‘Robledito’ (diminutivo con el que diferenciaban al hermano menor de José Robledo, autor del universal vals Las tres de la mañana)”.

Porque, en efecto, aquellos “pibes” del célebre bar ‘Iglesias’ hicieron “roncha” en la Buenos Aires céntrica de 1915. Es curioso que, como el del bandoneón caminaba cotidianamente en mitad de la noche de la bohemia de las calles Corrientes y Paraná, estando la casa de sus padres en el barrio de Wilde, lo bautizaron así: “el pibe de Wilde”. Carlos Marcucci –al igual que el ‘tigre Arolas’– había tenido su cuna en el barrio de Barracas. Y había aprendido a manejar el “fuelle” al lado del alemán Arturo Bernstein, máxima sabiduría de los secretos de la metafóricamente denominada “botonadura de nácar”.

Desde aquella Corrientes “angosta” la familia de Carlitos Marcucci quiso tener a su “pibe” más cerca de su pago. De manera que, con el violinista y futbolista Raimundo Orsi y el guitarrista Riverol, se encaminó, amenizándolas, hacia las noches del cafetín ‘Ferro’ en el barrio de Avellaneda. Un “guapo” de los de antaño, no obstante, armó el gran susto “pelando su bufoso” y, en medio de la “volteada”, a Marcucci le “afanaron” el bandoneón. Entonces estudió violín en su reconocido conservatorio y se presentó integrando alguna que otra orquesta. Pero escaso tiempo le duró la postura de pie, con el arco tenso, el trino limpio…y, ¿por qué no?, el alma ausente. Volvió al bandoneón. En seguida se corrió la voz: “El ‘pibe’ Wilde está tocando el ‘fuelle’ en el café ‘El Parque’ de Lavalle y Talcahuano”.

Dirigiendo su propia orquesta, Marcucci en 1923 realizó una gira por México y las Antillas. Compartía cartelera con la compañía teatral que encabezaba el rubro ‘Vittone-Pomar’. Aquella que, junto con la de ‘Muiño-Alippi’, conservó a lo largo de años la cumbre del llamado “sainete criollo”. A su regreso a Buenos Aires, el tango que llevaba en las maletas, tenía un destino: el conjunto de Francisco Canaro, en el “cabaret Armenonville”. Canaro se presentó en París en abril de 1925.

A fines de la década de 1920, Carlitos Marcucci, actuando y dirigiendo su orquesta en un cine de la calle Lavalle, compuso el tango Mi dolor, inspirándose en los versos de Manolo Meaños, quien naciera en 1902 para fallecer en 1959. Gran popularidad fue la que obtuvo merced a una melodía de inédita calidad, de singular elegancia en su línea armónica y de pudorosa melancolía, lo mismo que su bellísima letra. Meaños integraba su pluma en libretos radiofónicos y comedias escénicas, a las cuales Mario Fortuna y Olinda Bozán concedieron enorme repercusión. “Vuelvo de tierras muy lejanas/ donde ayer/ fuera a buscar olvido a mi dolor”, escuchamos al comenzar el tango.