Opinión

Ancestrales bosques y senderos de Galicia

Ancestrales bosques y senderos de Galicia

Durante el siglo XIX, según cuentan las crónicas, llegó el eucalipto a Europa, específicamente a Galicia, cuando un religioso gallego trajo consigo sus semillas desde las tan lejanas tierras australianas; donde había ejercido de misionero. Tan bien se adaptó esta especie botánica a nuestro clima, que se fue extendiendo por toda la geografía de Galicia. En el Souto da Retorta –asimismo conocido como ‘eucaliptal de Chavín’, próximo a Viveiro– hallamos algunos de los ejemplares de mayor altura y volumen del continente. Ése es el caso del conocido ‘avó’, esto es, el ‘abuelo’, plantado hacía 1880: sobrepasa los 67 metros de altura y 10,5 metros de perímetro. ¡Bosque de gigantes! ¡Colosales dimensiones de eucaliptos-abuelos para abrazar sus troncos conformando una cadena de cuerpos unidos!

Encajado y escondido en un hondo valle, el río Eume fluye entusiásticamente cuando sus aguas se encuentran libres de las ataduras de la presa. He ahí el embalse donde se refleja ese prodigioso mosaico de colores de los enorme bosques que lo rodean. Presentimos su energía contenida, cual si el río se concediera un respiro antes de saltar y brincar de gozo por las abruptas paredes del ‘cañón’. Henos ante ‘As Fragas do Eume’ –el gran bosque atlántico de la Tierra Gallega- que en sus entrañas atesoran maravillosos árboles, musgos y líquenes, fauna salvaje y molinos que, merced a los inacabables susurros del agua, empapan de magia nuestros sentidos. Y en medio del bosque … ¡la epifanía del vetusto monasterio de Caaveiro¡ Gracias al ora et labora los monjes que, entre estos muros, vivieron, ‘oraron y trabajaron’ las tierras en la divina armonía de la Madre Naturaleza.

‘As Fragas do Eume’ ofrecen a sus visitantes una ‘red de senderos’ que ayudan a tomar el rumbo exacto hacia el corazón verde en el cual extraviarse entre acebos y madroños, robles y castaños centenarios. Celados por las gigantescas hojas de helechos primitivos, tal vez se escondan esas ‘meigas’ y ‘trasgos’ que ‘encantan’ este idílico espacio natural gallego.

Y de súbito, la paz en el rugido del río. Aguas que corretean y salpican con su profunda voz el valle y el bosque. El río Cambás dibuja una línea honda y quebrada a través de la ‘Fraga das Barbudas’. Un sinnúmero de cascadas ecoan y se metamorfosean mediante su constante sonido. Pendientes y grandes árboles que tan pronto, misteriosamente, filtran los rayos del sol sobre un prado como guardan sombríos ‘recantos’ en los que campan los musgos y los líquenes. Cabras y zorros, corzos y jabalíes asisten a la contemplación de la concordia entre el bosque y el río. Ya, aguas abajo, nos espera, alegre, el río Mandeo. ¡Y la frondosidad de otros bosques que lo acompañarán en su ineluctable itinerario en pos del mar!

Estamos en las altas tierras del ‘concello’ de Baleira, en la provincia de Lugo. ¡Ancestral bosque donde crecen las hayas más occidentales de Europa! Dorados otoños y desnudez invernal que otorga su primacía estacional al verde de la luz que alcanza el interior del bosque. Huellas del ser humano en los senderos bajo la forma de puentes y hórreos y molinos. Más adelante, el nacimiento del río Eo, que nos abre su camino hacia el Cantábrico a través de estas montañas y estos bosque milenarios de la ‘Fraga da Marronda’.