Opinión

Río+20

Del 20 al 22 de junio se llevará a cabo en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, coloquialmente conocida como Río+20, la cual conmemorará el 20 aniversario de la célebre Cumbre de la Tierra realizada en la misma ciudad brasileña en 1992.

Del 20 al 22 de junio se llevará a cabo en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, coloquialmente conocida como Río+20, la cual conmemorará el 20 aniversario de la célebre Cumbre de la Tierra realizada en la misma ciudad brasileña en 1992.
La cumbre Río+20 viene precedida por fuertes debates y una marcada polarización entre en Norte desarrollado y el Sur en desarrollo, sobre el modelo ecológico de desarrollo sostenible para los próximos años. Al mismo tiempo, y contextualizada por la coyuntura emanada de la crisis económica global, pocos apuestas por un éxito rotundo de una cumbre que tendrá ausencias notables, como el presidente estadounidense Barack Obama o la canciller alemana Ángela Merkel.
Si bien estas ausencias empañarán el efecto de la cumbre, la presencia de más de 170 jefes de Estado, de gobierno y representantes diplomáticos en Río+20, con especial preponderancia de los líderes de las potencias emergentes incluidas en el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) e IBSA (India, Brasil y Suráfrica) consolidarán el peso político de los países emergentes del Sur, con especial énfasis para Brasil, en los foros internacionales.
El modelo de ‘economía verde’ defendido por las potencias industriales contrasta con la casi unánime petición de los países en desarrollo por focalizar en medidas ecológicas más efectivas y no sólo en la perpetuación de un modelo de desarrollo sostenible que, en su opinión, defiende los intereses de las multinacionales. Simultáneo a la cumbre de Río+20 se realizará la Cumbre de los Pueblos, donde movimientos sociales y ONGs definirán una perspectiva más acorde con la preservación del medio ambiente, precisamente en un país como Brasil, políticamente sensible a estos temas y que posee la reserva forestal más importante del planeta, la Amazonía.
Por tanto, Río+20 puede dar curso a una etapa de mayor intensificación sobre los temas ecológicos en la agenda política de los gobiernos e instituciones internacionales. En esa perspectiva, Brasil puede valer su peso ascendente como moderador de tensiones al buscar un equilibrio de posiciones Norte-Sur.
De lograrlo, Brasil se apuntaría un logro geopolítico de enorme magnitud que reforzaría sus potencialidades como actor emergente y con influencia en el escenario internacional. Por el contrario, el fracaso colectivo sería probablemente imperdonable porque Río+20 bien podría ser la última oportunidad para alcanzar un consenso sobre el modelo de desarrollo sostenible y el futuro del planeta.