El álamo y el jagüey: leyendas de Cuba
“El álamo de gamas verdes en sus hojas es el más querido del ‘orisha’ Changó; se usa en su ‘omiero’, y en el asiento del Santo. En el momento en que Changó tiene esos arranques de cólera en que todo lo destroza, se le ofrece y se apacigua con sus hojas. Cuando ‘Atandá’ tocó los sagrados ‘Batá’, por primera vez, se ‘tañeron’ a la sombra de un gran álamo y con la anuencia de Changó. Con sus hojas se adornan los tronos de Changó y en su batea se le pone como un gran manto, cubriéndolo para gran satisfacción del ‘orisha’. Al carnero que se le sacrifica se le da de comer hojas de él y, si las come a gusto, da su autorización para ofrecer su sangre. El álamo recoge la peor de las brujerías, es depurativo y milagroso. Y en polvo –‘afaché’ y ‘afoché’– para bien o para mal, es muy efectivo”, describe la reconocida etnógrafa cubana Natalia Bolívar Aróstegui, con fotografías de Emilio Reyes Pérez, en su concienzuda obra Cuba. Imágenes y relatos de un mundo mágico, Ediciones ‘Unión’, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, El Vedado, Ciudad de La Habana, 1997.