Opinión

XXII Cumbre ‘Iberoamericana’: Más abismo que cumbre

No lo pudo decir mejor el presidente Rafael Correa (Ecuador) sobre las cumbres iberoamericanas que organizan los españoles: “No hacen falta tantas cumbres cuando nuestra gente está en el abismo”. La presencia de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, opuesta ideológicamente al PP y al PSOE, es el único tanto que anotó el Estado español en esta cumbre.
XXII Cumbre ‘Iberoamericana’: Más abismo que cumbre

No lo pudo decir mejor el presidente Rafael Correa (Ecuador) sobre las cumbres iberoamericanas que organizan los españoles: “No hacen falta tantas cumbres cuando nuestra gente está en el abismo”.
La presencia de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, opuesta ideológicamente al PP y al PSOE, es el único tanto que anotó el Estado español en esta cumbre. Los ‘goles’ en contra son la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner, Hugo Chávez Frías y José Mujica Cordano (las ausencias de los otros presidentes no son tan importantes).
Hoy el Estado español, su monarquía, sus instituciones y su credibilidad están en el abismo. Mientras gobernó la soberbia del nuevo rico, el gobierno español de José María Aznar López y José Luis Rodríguez Zapatero, se pasearon por Latinoamérica dando “consejos” de cómo hacer las cosas a los presidentes latinoamericanos. Aznar le dijo a Chávez en su primera entrevista que abandonara esas ideas revolucionarias desfasadas y se uniese al “grupo de los triunfadores”, el tiempo y la historia demostró que los “vencedores” tenían rabo de paja. Zapatero añadió a las Cumbres la ‘Alianza de las Civilizaciones’ retomando la falacia, interiorizada desde la dictadura franquista, según la cual el Estado español es la bisagra europea (puerta, puerto, bla, bla, bla) de Europa con el mundo árabe y Latinoamérica.
La soberbia y la desidia de la monarquía española, de los sucesivos gobiernos españoles y de su mundo académico, financiero e industrial mataron cualquier posibilidad de servir como tarjeta de entrada de Latinoamérica en ninguna parte. La colaboración en la masacre del pueblo afgano e iraquí por parte del gobierno de Aznar y de Zapatero en Afganistán y Libia sepultó cualquier posibilidad de relación con el mundo árabe que hoy nace libre de monarquías medievales y ‘democracias’ dictatoriales al gusto europeo. Con Latinoamérica hace tiempo que no hay nada… apenas negocios.