Opinión

Volver al barrio

La barra de la esquina está festejando el retorno de amigos y conocidos que años atrás dejaron la Banda Oriental en busca de un futuro por las tierras europeas. La mayoría se fueron obligados, o por los milicos o por la falta de laburo. En el norte les abrieron las puertas pero ahora los cambios son tan rápidos que muchas de ellas se están cerrando a ritmo acelerado.
La barra de la esquina está festejando el retorno de amigos y conocidos que años atrás dejaron la Banda Oriental en busca de un futuro por las tierras europeas. La mayoría se fueron obligados, o por los milicos o por la falta de laburo. En el norte les abrieron las puertas pero ahora los cambios son tan rápidos que muchas de ellas se están cerrando a ritmo acelerado. De la noche a la mañana la nueva realidad de la crisis nos devuelve al barrio a varios de nuestros hermanos en el exterior.
Pocho: Ayer –mientras esperaba los corasanes calentitos en la panadería– coincidí con doña Coca que me contó que su hija mayor, Adriana, se viene definitivamente. Creo que ustedes se acordarán mejor que yo de cuando se fue para Italia. Lo digo porque soy cinco años menor que ella y resulta que lleva 25 años fuera del país. Yo era muy chico cuando se hacían aquellos famosos bailes lluvia en el fondo de la casa de Claudio.
Tito: Bueno, che, no sabía nada. No sabés lo que me alegra que vuelva Adriana. Yo era de los fundadores del grupo de bailongos y además competía con el Flaco Izaurralde en arrastrarle el ala a la simpática morocha. Bailé con ella varias veces en las farras de la calle Lancaster. Muy buena piba, la verdad, pero me jodió en pila cuando se borró de nuestra barra al ennoviarse con un boludito medio gilún que tenía celos de nosotros.
Don José: Parece muchachos que la mano viene al pelo para recomponer el país. El retorno de nuestros compatriotas nos enriquece a todos y ayuda al logro de la felicidad colectiva. Ustedes saben que siempre digo que la felicidad es un sentimiento que dista mucho de tener alguna relación con la guita que llevás en el bolsillo. Ustedes recordarán que hace un tiempito los partidos políticos en Europa juntaban votos al criminalizar a los inmigrantes que al parecer eran el centro de todos los problemas. Ahora me pregunto sobre quién cargarán las culpas de la crisis que los está cagando de lo lindo. Acá hay laburo, despacito vamos progresando, mientras los ricos desarrollados están quedando en fuera de juego.
Pocho: Siguiendo con la vuelta de Adriana les tengo más cosas para contar. Ustedes conocen a doña Coca que no se anda con misterios o secretos. Me dijo que la hija fue siempre muy ahorradora –cree se trae unos 100.000 dólares– además de tener un buen laburo en una especie de consultoría o gestoría económica. Supone que decidió regresar porque le falta el amor de un compañero de ley, alguien que la quiera de verdad porque si bien no es una nena detrás del príncipe azul tampoco está caducada a sus 50 años recién cumplidos.
Tito: Estoy pensando seriamente en invitarla a salir conmigo. Lo primero será enseñarle las nuevas obras públicas que embellecen nuestra ciudad gracias a la buena gestión municipal del Frente Amplio. A lo mejor al andar recordando lugares de la juventud nos arreglamos. Espero que no me salga a defender al malandra de Berlusconi porque así se rompería el romance. Que sea ‘bolsa’ no pasa nada pero es requisito obligatorio el ser frenteamplista e hincha del Pepe.
Don José: Creo, querido Tito, que estás meando fuera del tarro. No me vengas con excusas para escapar de un compromiso. No seas boludo, por favor. Está claro que a vos te sigue gustando Adriana porque te pusiste muy nervioso. Entonces, pensá un poquito y te darás cuenta de que no tenés nada que perder. Mirá, a mis años te puedo asegurar que si algo aprendí en la vida es que no es posible engañar al corazón. Es al pedo ¿me entendés? No pongas el freno porque seguramente que tu recordada Adriana es bastante más entusiasta del presidente Mujica que vos. Te lo digo porque no me olvido que hace un par de años eras medio bolche y ahora sos fanático del MPP.
Pocho: Tiene razón don José, no seas nabo. Poné el corazón a funcionar y te acordarás del vaquero ‘Lee’ bien ajustadito que llevaba Adriana la última vez que bailaste con ella. Cuando la veas se lo contás –agregando que le quedaba muy bien– y comprobarás que enseguida salta la chispa. Ella recordará que andabas enloquecido con Led Zeppelin. Vos le decís que tiene buena memoria y que es cierto pero que realmente lo que querías era que pusieran un tema lento para ‘apretar’ un poco.
Don José: Por ahí va la bocha, Tito. Si sos sincero tenés medio camino recorrido. Ahora sos rico en equipaje emocional. Ya pasaste por varias relaciones que te dejaron cicatrices. Aprendiste que el amor verdadero toca una vez al timbre. El no olvidar aquella canción de los ‘Tremeloes’ que puso Gildo en el tocadiscos significa que Adriana está dentro tuyo. ¿Chapás la onda? El mismo día que llegue andá hasta la casa y la invitás para ir al tablado de Roberto Koch. Al ir caminando por Propios hacia General Flores convendría que le cantés bien suavecito: “No te olvidés del pago si te vas pa’la ciudá...cuanti más lejos te vayas más te tenés que acordar”. La canción de don Alfredo le llenará los ojos de nostalgia. No dirá una palabra pero sentirás un placer inmenso cuando su mano enamorada se agarre a la tuya. Así será si no te hacés el loco.