Opinión

Triste Siria

La ONU acaba de culpar al régimen sirio del presidente Bashar al Asad de la masacre de Hula, que cobró más de 100 muertes. Un enfoque inicial determinaría la aparente validez y legitimidad del informe, a pesar de los reiterados fracasos de las misiones de la ONU para acabar con la crisis siria.

La ONU acaba de culpar al régimen sirio del presidente Bashar al Asad de la masacre de Hula, que cobró más de 100 muertes. Un enfoque inicial determinaría la aparente validez y legitimidad del informe, a pesar de los reiterados fracasos de las misiones de la ONU para acabar con la crisis siria.
Es innegable que desde que comenzó la crisis siria en febrero de 2011, con más de año y medio de conflicto contra los rebeldes financiados y apoyados desde el exterior y con casi 20.000 civiles muertos, el régimen de Bashar se observa parcialmente deslegitimado, presionado y erosionado, pero aún en el poder. Los rebeldes, apoyados sin ningún miramiento por EEUU, Turquía, Europa, Arabia Saudita, Qatar e indirectamente Israel, conforman una variopinta amalgama de intereses, enfocados muchas veces hacia objetivos más allá de la estabilidad y democratización siria.
Hace unas semanas, medios asiáticos reflejaban que el presidente estadounidense Barack Obama había autorizado "operaciones secretas", apoyadas por la CIA, para acabar con el régimen de Bashar. Viendo los reiterados atentados en el país árabe, queda reflejada esta intromisión exterior, que contaría con el aval y la participación de los servicios de inteligencia turcos, británicos, saudíes e israelíes.
Se puede igualmente criticar la posición de Rusia y China por mantener a Bashar en el poder, pero visto el panorama regional y tras la cruenta experiencia libia, no deja de ser una posición de claro carácter geopolítico para evitar que Occidente, y particularmente EEUU, una vez más, cambien el mapa regional a favor de sus intereses. Y de nuevo, la debilidad europea se vuelve a aliar con el atlantismo de Washington.
En el camino, entre las masacres sirias, es la sociedad civil la que pierde. Puede que Siria, desde todos los ángulos, suponga la triste caída a la realidad del despertar de la Primavera árabe. El ciudadano común es el perdedor, igual que la información veraz, víctimas todos ellos de las guerras "posmodernas".