Opinión

Skhmet, Durga y Kali, ancianas diosas justicieras

Dicen que, cuando los dioses masculinos o bien los hombres no eran capaces de vencer al Mal, tan sólo una diosa vieja, sabia y poderosa poseía el suficiente coraje para conseguirlo. ¿Será que las mujeres mayores se tornan más radicales a medida que van envejeciendo? No logran evitar sentirse furiosas ante los hombres a causa de su tolerancia con la Maldad o su indolencia frente al sufrimiento y el dolor.
Skhmet, Durga y Kali, ancianas diosas justicieras
Dicen que, cuando los dioses masculinos o bien los hombres no eran capaces de vencer al Mal, tan sólo una diosa vieja, sabia y poderosa poseía el suficiente coraje para conseguirlo. ¿Será que las mujeres mayores se tornan más radicales a medida que van envejeciendo? No logran evitar sentirse furiosas ante los hombres a causa de su tolerancia con la Maldad o su indolencia frente al sufrimiento y el dolor. Y en ese instante de su personalidad brotan en ella Skhmet y Kali: la mujer mayor se metamorfoseará en anciana formidable. “Son las justicieras. Viejas y diosas”, señala Elena Lasheras Pérez en La Agenda de las Mujeres. Viejas y libres. 2012, Editorial ‘horas y Horas’, San Cristóbal, 17, Madrid, 2011.
Skhmet –diosa egipcia de la ira y de la paz– tenía cabeza de leona y cuerpo de mujer, cuyo nombre significa “la poderosa”. Según el relato mitológico, no iniciaba ni tampoco provocaba los conflictos; mas, cuando el orden quedaba amenazado por la codicia o la violencia de los seres humanos, los dioses masculinos le solicitaban ayuda a fin de que, con el fuego que arrojaba por su boca, los destruyera. Con instinto salvaje reaccionaba como una leona protectora. Es la diosa del “¡Ya está bien!” De modo que mantener a las mujeres con la boca herméticamente cerrada no resulta tan fácil. Hace unos cuantos años tuvimos la oportunidad de visitarla en el monumental Templo de Karnak.
Durga –espléndida diosa, dorada y con adornos en forma de luna– se nos aparece con diez brazos, cabalgando a lomos de una leona. Emblemas de amor y sabiduría porta en cada uno de sus diez brazos. Si en su combate contra el Mal ello no basta, entonces monta en cólera y de su fruncido ceño surge la temible Kali: la diosa vengadora de las afrentas a la energía femenina, denominada ‘satki’. La fuerza femenina pura, el poder primordial: “Las mujeres son la divinidad. Las mujeres son el aliento vital”.
Kali es la feroz, la imponente, la terrible diosa negra. Sus actividades, no obstante, jamás son gratuitamente destructivas, pese a ser representada con sanguinaria imagen simbólica. Finalidad suya es exterminar aquellas fuerzas demoníacas antes de que entre en peligro el equilibrio y el concierto cósmico. Símbolo de las capacidades de las mujeres, se nos exhibe como muy poderosa y positiva en vez de fútilmente agresiva. Antes bien, devuelve a las mujeres las tres virtudes que la mayoría de las culturas les han negado: la fuerza moral y física; el intelecto y el conocimiento, y la autonomía sexual. Hacia ella son numerosas las mujeres y también los hombres que ofrecen su culto y veneración en India. Inolvidables son los estudios de Jean Shinoda Bolen Las diosas de la mujer madura, Editorial ‘Kairós’, así como los de Shakrukh Husain en La Diosa. Mitos y arquetipos femeninos, Editorial ‘Debate’.
“La espontaneidad de la risa de la mujer mayor –escribe Elena Lasheras Pérez– corre como un destello de luz entre las ruinas del pasado, es irreverente, es poderosa y… es sagrada”. Tampoco podemos olvidar a Gloria Steinem, cuando expresó: “Querida diosa: te pido valor para pasear desnuda a cualquier edad. Para ir de rojo y púrpura, para no ser una mujer distinguida, para ser inoportuna, escandalosa e incorrecta hasta el final”.