Opinión

La ‘Segunda Época’ de la Revista ‘San Martín’ de Buenos Aires

Evocando la Revista ‘San Martín’ (Órgano oficial de difusión del Instituto Nacional Sanmartiniano de Buenos Aires) en su ‘Segunda Época’, nº 3, diciembre de 2008, leemos el párrafo final de su ‘Editorial’: “Nada mejor para honrar la obra de José de San Martín que mantener y acrecentar su legado educativo, cuyo contenido humanista entronca con el de Domingo Faustino Sarmiento y los grandes maestros,
La ‘Segunda Época’ de la Revista ‘San Martín’ de Buenos Aires
Evocando la Revista ‘San Martín’ (Órgano oficial de difusión del Instituto Nacional Sanmartiniano de Buenos Aires) en su ‘Segunda Época’, nº 3, diciembre de 2008, leemos el párrafo final de su ‘Editorial’: “Nada mejor para honrar la obra de José de San Martín que mantener y acrecentar su legado educativo, cuyo contenido humanista entronca con el de Domingo Faustino Sarmiento y los grandes maestros, pilares de la civilización continental. Ignorarlo es segar las fuentes mismas de nuestro patrimonio espiritual”. El General de Brigada VGM y Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano Don Diego Alejandro Soria nos instruye y deleita con su documentado estudio sobre ‘El Mausoleo del General San Martín en la Catedral de Buenos Aires’. El miembro de número de la Academia Sanmartiniana Coronel Doctor José Luis Picciuolo, mediante su artículo titulado ‘El Instituto Nacional Sanmartiniano y su fundador, el doctor José Pacífico Otero’, nos trae la memoria de aquel 5 de abril de 1933 en que brotó la hermosa determinación de fundar el Instituto Nacional durante una reunión patriótica que tuviera lugar en los salones del Círculo Militar entre un selecto y concurrido público expectante. Desde su creación no faltaron las adhesiones del doctor Enrique de Gandía y del afamado pintor Benito Quinquela Martín. Nacido en Buenos Aires el 10 de julio de 1874, José Pacífico Otero fue hijo de los españoles Fernando Otero e Isabel Insúa. Estrechamente relacionado con la Orden Franciscana, en una de sus escuelas realizó sus primeros estudios, comenzando el noviciado en 1887. Una vez ordenado sacerdote en 1897, sobresalió como escritor y orador sagrado. En 1913 solicitó la secularización y algún tiempo después contrajo nupcias con la señora Manuela Stegman, viajando a Europa en 1914. A lo largo de dieciocho años –entre 1914 y 1932– consiguió cristalizar su monumental Historia del Libertador San Martín, publicada primero en Bruselas y luego en Buenos Aires. Obra que, juntamente con los tomos del imprescindible estudio de Bartolomé Mitre, refleja la amorosa admiración sanmartiniana de ambos intelectuales argentinos.
Efraín U. Bischoff, miembro correspondiente en Córdoba de la Academia Sanmartiniana, nos explica y documenta acerca de ‘La estatua del Libertador’, inaugurada en la capital cordobesa aquel 8 de julio de 1916 en la Plaza Central, donde cien años antes obtuviera la venia del Director Supremo Pueyrredón para emprender la Campaña Libertadora. Más adelante, leemos con atención ‘El auge de la novela histórica en la Argentina’ de la Profesora Florencia Grosso de Andersen. La presidenta de la ACS de Retiro en Buenos Aires María Cristina Salinas Urquiza nos ofrece su bello soneto ‘José de San Martín’: “Y en pos de tanta gloria que aún le espera, / no lega su mandato –todo o nada–. / Por eso es que la patria lo venera”.
Ahora nos recreamos con las imágenes del ‘Monumento al Ejército de los Andes’, grupo escultórico de Juan Manuel Ferrari, inaugurado el 12 de febrero de 1914 –coincidiendo con el 97º aniversario de la batalla de Chacabuco– en el paraje del ‘Cerro de la Gloria’ del Parque Central San Martín, en la luminosa ciudad de Mendoza. He ahí la figura ecuestre del ‘Héroe de los Andes’; a ambos lados, dos relieves del Cuerpo de Granaderos a Caballo. Tres frisos nos obsequian con fray Luis Beltrán, las damas mendocinas que donan sus joyas, y la partida del ejército hacia Chile, con el tropero Sosa. Un cóndor a punto de levantar el vuelo: el símbolo de la inspiración que gestó la noble hazaña libertadora de América.