Opinión

Sarkozy

Las críticas lanzadas desde España contra el presidente francés por hacer un comentario, presuntamente, sobre la inteligencia de Zapatero refleja el vacío y la frivolidad en que se ha instalado nuestro debate político, especialmente cuando tenemos vecinos en España que el mes que viene no podrán pagar su hipoteca.
Las críticas lanzadas desde España contra el presidente francés por hacer un comentario, presuntamente, sobre la inteligencia de Zapatero refleja el vacío y la frivolidad en que se ha instalado nuestro debate político, especialmente cuando tenemos vecinos en España que el mes que viene no podrán pagar su hipoteca. E igualmente en Francia hay millones de afectados por la política cada vez más insolidaria de Sarkozy, que es lo único que debería importarnos al criticar su figura. Primero, habría que cerciorarse de que el comentario hecho por Sarkozy es cierto. Segundo, que habría que ver si tiene razón, pues yo también pienso que Zapatero es un tipo sin luces pero con suerte y que lo juega todo al farol de la apariencia y el falso consenso, a ver si cuela y por cierto que le va colando. Tercero, hay que ver el bochornoso espectáculo del nacionalismo español, con la cuadrilla de patriotas defendiendo al mismo Zapatero al que descuartizaron un par de artículos atrás. El caso del periodista y parlamentario del PP Luis Herrero -que desde que entró en declive hace de todo para despertar a la audiencia- es propio de un bufón: dice que se enfrentará al parisino y le llamará enano a la cara. Hay que tener en cuenta que llamarle enano es únicamente un insulto mientras que comentar la inteligencia de un presidente es una cuestión opinable, cuando no una evidencia viendo los problemas del país. Esperemos de Herrero el mismo arrojo que tuvo cuando injurió gravemente al presidente venezolano en pleno proceso electoral y lo echaron de aquel país. Si esta escena se repitiera en Francia, el Ejecutivo español reprobaría a Herrero y se disculparía en nombre del Estado, pero como Latinoamérica sigue formando parte del imaginario colonial y del sentido de superioridad de muchos españoles venidos a menos, allá tendrán que seguir esperando una disculpa, la disculpa. Y Cuarto, y lo más importante desde el punto de vista periodístico, es que los profesionales nos hemos contagiado de la basura de la prensa del corazón cuando hacemos titular de un comentario en un círculo privado. Mientras no sea una declaración pública o de Estado, Sarkozy puede decir lo que le dé la gana durante una cena aunque alguien se dedique a leerle los labios con un zoom de 300. Yo soy el primero en decir las barbaridades que quiero cuando levanto las manos de este teclado. Cuando entrevisto a alguien, convenimos en decir lo que nos venga en gana mientras no se encienda la grabadora y nunca sabrá nadie lo que hemos hablado, faltaría más. La crítica a los políticos nace de sus acciones y declaraciones públicas, pues para gestionar lo público han sido designados, no para dar ejemplo, que para eso deberían estar los curas.