Opinión

Reyes y poetas

Siempre se nos dijo que Napoleón se encontraba enfermo cuando le ocurrió lo de Waterloo. Y también que Alejandro estaba más que ebrio cuando mató a Klitos. Se dijo que la fístula de Luis XIV pudo ser causa de muchas de las resoluciones políticas.
Siempre se nos dijo que Napoleón se encontraba enfermo cuando le ocurrió lo de Waterloo. Y también que Alejandro estaba más que ebrio cuando mató a Klitos. Se dijo que la fístula de Luis XIV pudo ser causa de muchas de las resoluciones políticas. También se habló del grano de arena en la uretra de Cromwell y de los razonamientos de Pascal sobre la nariz de Cleopatra, incluso se llegó a escribir un estudio medular sobre la vida sexual de Robinson Cruzoe. He visto un estudio sobre el estreñimiento en la literatura y otro sobre el arte de las deposiciones. Mis anécdotas son mucho más elementales.
Bob Dylan es tal vez una de las leyendas más claras del movimiento rockero. Imaginación y talento al servicio de la canción. ¿Quién no recuerda ‘Soplando el viento’? Aquella canción que decía ¿Cuántos caminos debe un hombre andar / para que lo tengas por hombre? ¿Quién no recuerda a Bobby Fischer, el hombre que revolucionó dos veces el ajedrez? Una vez cuando apareció en escena, otra cuando se esfumó. La burocracia logró destronarlo, no la memoria. Desde Budapest propuso modificar el ajedrez para vencer a las computadoras con imaginación. Todo esto, queridos lectores, debemos recordarlo.
Mi abuelo se lo contó a mi padre y éste a mí yo se lo relaté, no sin pudor, a mis hijos. Parece ser que dos vecinos (llamémoslos Pepe y Paco) ambos gallegos, no se llevaban bien. En realidad se odiaban. Esto sucedió en Barracas por los años ‘40. Un buen día, como suele decirse, Pepe falleció. Mi abuelo fue a la casa de Paco para saber si iban juntos al velatorio. Éste lo hizo pasar a su casa, más precisamente a la cocina, le ofreció una copa de jerez y luego de un tiempo en donde el silencio se había transformado en cándido nihilismo le confiesa a mi abuelo: “Mira, Pepe es casi seguro que no vendrá a mi velatorio por lo tanto yo no voy a concurrir al de él”. Siempre les recordé a mis hijos una frase de Herman Melville: “Basta que sea irracional un solo hombre para que otros lo sean y para que lo sea el universo”. Sabemos, querido lector, que la historia universal abunda en estas confirmaciones. Y que la enigmática estupidez de los burócratas definen las conductas de los hombres.