Opinión

Reflexiones sobre Goya en los ensayos de Ortega y Gasset

“Como, más o menos, innumerables españoles he vivido a Goya. En verdad, son también muchos los demás europeos a quienes ha acontecido lo mismo. Goya es un hecho de primer orden, perteneciente al destino de Occidente. Vivir a Goya es haberse encontrado con él, porque su encuentro es siempre eficaz, penetrante, inquietador.
Reflexiones sobre Goya en los ensayos de Ortega y Gasset

“Como, más o menos, innumerables españoles he vivido a Goya. En verdad, son también muchos los demás europeos a quienes ha acontecido lo mismo. Goya es un hecho de primer orden, perteneciente al destino de Occidente. Vivir a Goya es haberse encontrado con él, porque su encuentro es siempre eficaz, penetrante, inquietador. No es verosímil que nadie, después de haber contemplado una buena porción de su obra al menos, se sienta ante ella indiferente”, escribió el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset y sus compiladores al frente de la obra Goya, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1982, en su 3ª edición. Porque, en efecto, hay personas a quienes Goya, o parte de su pintura, les irrita. En él sí que podemos percibir cuanto existe de indómito en el arte que le permite “somormujar” de repente en los ámbitos más oscuros y trágicos de la vida. Si bien una porción de su arte es continuadora de las tradiciones del legado histórico, apoyándose en los modos de su tiempo, hay otro plano de ella en el que Goya se libera y da un “brinco” hacia lo más insólito e imprevisto.
“Enrique Lafuente Ferrari me auxilió facilitándome algunos libros y folletos. También Valentín de Sambricio me dio a conocer algunos de sus descubrimientos documentales –prosigue Ortega y Gasset–. No había pensado nunca, tampoco entonces, en escribir sobre Goya; pero, al correr de la pluma, llené muchos papeles a fin de que me sirviesen como recordatorio de las cosas que entonces se me ocurrieron”. Así leemos en el volumen titulado Papeles sobre Velázquez y Goya, en “Revista de Occidente”, Madrid, 1950. De suerte que todo puede ordenarse alrededor de dos títulos: Preludio a un Goya y Sobre la leyenda de Goya, además de otros “papeles” de Ortega aparecidos entre sus obras inéditas. La iniciativa editorial para publicar estos estudios tuvo su raíz en la fecha del bicentenario del gran artista aragonés y español.
En el primer apartado del libro nos deleitamos ante las reflexiones acerca de la pintura española. “Pinceladas son intenciones”, recalca Ortega. Observa cómo Goya se sitúa, por momentos, distante de sus temas. No deja de hacer hincapié en el sustrato “popular”. Tras haber analizado la “mitología contemporánea”, se pregunta quién es Goya, “el proyecto que es el ‘yo’” así como el “hombre creador”.
Entre los “fragmentos” conservados de Ortega y Gasset evocamos “Tapices” y “Retratos”. Asimismo “La Quinta del Sordo”, “El oficio de pintar” y “El nivel intelectual”. El ensayista español nos recuerda cómo el escritor Jovellanos estimó a Goya como pintor de retratos, mas es cierto que no supo apreciar el resto de su obra. Goya conoció a Jovellanos lo más tarde en 1781, cuando ambos ingresaron en la Academia de San Fernando de Madrid. Hay testimonio de que el pintor asistió a la sesión de 17 de julio de aquel año en que Jovellanos leyó su Elogio de las Bellas Artes.
“Entender a Goya –escribe Ortega– es explicar no sólo lo que en él está bien, sino del mismo golpe hacer manifiestas las causas de lo que está mal. Pero la hipótesis de una ‘inteligencia elevada’, que no se compagina con los errores de Goya, tampoco sirve para iluminar el origen de sus calidades mejores”. Y continúa: “La verdad es que la obra de Goya no germina nunca en la inteligencia: o es vulgar oficio o es videncia de sonámbulo”.