Opinión

La quiebra griega

Nuevamente, Grecia vuelve a ocupar la atención económica de la Unión Europea. Al nuevo plan de ajuste macroeconómico que llevará a severas restricciones en Atenas (se habla de reducir en 30.000 los funcionarios del Estado) se le agregan los temores en los mercados financieros porque la bancarrota griega arrastre a otras economías mediterráneas y, posiblemente, dé paso a la eventual salida de Grecia del Euro.
Nuevamente, Grecia vuelve a ocupar la atención económica de la Unión Europea. Al nuevo plan de ajuste macroeconómico que llevará a severas restricciones en Atenas (se habla de reducir en 30.000 los funcionarios del Estado) se le agregan los temores en los mercados financieros porque la bancarrota griega arrastre a otras economías mediterráneas y, posiblemente, dé paso a la eventual salida de Grecia del Euro.
En 2011, el Euro celebró su décimo aniversario en medio del caos económico y el miedo en los mercados. La denominada troika europea, conformada por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) presionan al primer ministro socialista Papandreou a aplicar mayores reformas estructurales que, al día de hoy, se ven ralentizadas por la fuerte contestación popular en las calles griegas, por parte de sindicatos y trabajadores sin empleo ni salarios.
Lógicamente, la presión y la observación en Bruselas y las bolsas de valores se concentra en considerar si Grecia será el primer país en abandonar el Euro y volver a su moneda nacional, el dracma. Poco previsible, muchos analistas consideran que la salida griega del Euro pudiera suponer un respiro para unos mercados financieros sacudidos por la especulación y los temores a una incontrolable deuda pública de Atenas. Paralelamente, la salida griega del Euro recreará las presiones sobre los bonos de deuda de Portugal, España, Irlanda e Italia.
Consumada la quiebra griega, nadie parece apostar porque el país mediterráneo sea el único en sacrificarse en la zona Euro. Incluso, se prevé votos en contra de diversos países para salvaguardar un nuevo plan de rescate para la economía griega. Mientras, la rebelión popular incrementa la frustración en la sociedad europea sobre los vaivenes de un modelo económico sumamente especulativo. Quién sabe si será precisamente en Atenas donde prenda la mecha de la rebelión de los ciudadanos europeos contra sus gobiernos y los mercados especulativos.