Opinión

Putin otra vez

El fait accompli del anuncio de la candidatura del ex presidente y actual primer ministro ruso Vladimir Putin como candidato presidencial del partido oficialista Rusia Unida para los comicios de marzo de 2012, le confirma como la auténtica figura de la política rusa post-Yeltsin, artífice de la reconducción del Estado ruso hacia un perfil cada vez más autoritario y políticamente hegemónico.
El fait accompli del anuncio de la candidatura del ex presidente y actual primer ministro ruso Vladimir Putin como candidato presidencial del partido oficialista Rusia Unida para los comicios de marzo de 2012, le confirma como la auténtica figura de la política rusa post-Yeltsin, artífice de la reconducción del Estado ruso hacia un perfil cada vez más autoritario y políticamente hegemónico.
Con el anuncio, Putin sepultó todo tipo de especulaciones y expectativas sobre la aparentemente irreal dualidad de poder en el Kremlin, en especial ante la consolidación del actual presidente Dmtri Medveded como el auténtico “delfín” político de Putin, una figura decorativa destinada a cumplir con una serie de requerimientos constitucionales que no le permitieron a Putin una nueva reelección en los pasados comicios de 2008.
La segura victoria de Putin y su partido en los próximos comicios legislativos de diciembre y presidenciales de marzo de 2012 sentencia una hegemonía política en la Rusia post-soviética que busca reconstruir su antigua preponderancia internacional.
Así, Putin gobernaría en un primer período hasta el 2016, con la posibilidad de ser entonces reelegido hasta 2022, una hegemonía política de 23 años si tomamos en cuenta que llegó al poder en el Kremlin en 1999, tras ser nombrado como primer ministro por el desaparecido ex presidente Boris Yeltsin, artífice de la anárquica Rusia postsoviética de los años 1990.
Posteriormente, Putin ganó las presidenciales de 2000 y la reelección en 2004. Cuatro años después, en 2008, y al no poder presentarse a una nueva reelección, depositó su candidatura en las manos de Medveded para convertirse de nuevo en primer ministro, con un peso político decisivo en el gobierno de su ‘delfín’.
La hegemonía de Putin y su movimiento Rusia Unida es observada con desconfianza en el exterior, ante las constantes denuncias de autoritarismo político y restricción de libertades en Rusia. No obstante, la mayoría de los rusos sigue observando a Putin como el líder único con la fortaleza necesaria para recuperar el prestigio ruso en el cambiante sistema internacional de las primeras décadas del siglo XXI.
Un momento clave de esa especie de regreso imperial ruso será la celebración del Mundial de Fútbol en 2018, que teóricamente coincidirá con una hipotética y nueva reelección de Putin. En ese evento, Rusia querrá mostrar al mundo su fortaleza organizativa y la modernización de un país que quiere dejar atrás la pesada herencia de su pasado soviético, aunque el mismo Putin se encargue públicamente de reivindicarlo. Con ello, las cartas parecen decididas de antemano en la política rusa, aunque los enigmas y las incógnitas sean determinantes en los pasillos del Kremlin.