Opinión

Las primera máquinas de escribir en España: la ‘Colección Sirvent’

Durante el siglo XX participó España en el sector industrial de máquinas de escribir. La denominada Victoria, de 1913, fue una máquina de escribir de impresión frontal, fabricada en Valencia con varios modelos. Ya en 1929, la compañía italiana Olivetti fundó su primera planta extranjera en Barcelona.
Las primera máquinas de escribir en España: la ‘Colección Sirvent’
Durante el siglo XX participó España en el sector industrial de máquinas de escribir. La denominada Victoria, de 1913, fue una máquina de escribir de impresión frontal, fabricada en Valencia con varios modelos. Ya en 1929, la compañía italiana Olivetti fundó su primera planta extranjera en Barcelona. Hispano-Olivetti alcanzaría a transformarse en la fábrica más productiva del mundo en su género, puesto que llegó a producir un millón de máquinas por año durante la década de 1970. Asimismo ‘Talleres Alonso’ lanzó al mercado una ‘máquina portátil’ en torno a 1945: la llamada Regia. Esta misma Compañía produjo con posterioridad las “máquinas portátiles” Talbos y Andina, al igual que la Junior, una seductora máquina de muy escaso tamaño, que también era conocida bajo el nombre de Windsor. Entre otros nombres de célebres máquinas de escribir españolas hemos de citar también la Iberia: una máquina de oficina producida en Barcelona cuya introducción fue alrededor de 1930. Igualmente en idéntica ciudad catalana en 1945 se fabricó la Remer y la Patria, una “portátil” hecha en la guipuzcoana población de Eibar: presentada hacia 1947, se cimentaba en otra suiza con idéntico marbete y que, más tarde, pasaría a denominarse Amaya. “La Atlántida, de Madrid, en 1958, fue un diseño original que nunca consiguió pasar de la fase de prototipo: la máquina de la Colección Sirvent es el único ejemplar conocido”, señala Richard Polt, el eximio especialista, en su estudio El auge, la decadencia y el renacimiento (?) de la máquina de escribir, en el libro editado por la ‘Xunta de Galicia’ Typewriter. La historia escrita a máquina. Colección Sirvent con motivo de la selecta y singular Exposición en la ‘Cidade da Cultura’ de Santiago de Compostela.
Convendría recordar también una de las máquinas de escribir españolas más atractivas y perseguidas por los coleccionistas: la Hogar, la cual era una máquina de tipo ‘index’ fabricada en la población alicantina de Calpe durante las décadas de 1940 y 1950. Es curiosísima, porque sus materiales y métodos son de fabricación tan rudimentaria y tan simple su diseño, que más corresponden al siglo XIX que a los años de mediados del siglo XX. En España, no obstante, debido a las dificultades económicas de la postguerra este reducido aparato de escribir obtuvo una próspera venta.
“Pocos sonidos como el de la máquina de escribir. Un sonido babélico y tartamudo que nace del golpeo de cada tecla con el papel. En efecto, escasos son los sonidos que a nuestros oídos resultan tan significativos y representativos de tantas cosas como el traqueteo de una máquina de escribir. Un traqueteo cómplice capaz de sostener y esconder más de una historia, cuando el error todavía las ensuciaba y las tachaba, acompañado todo ello del ruido del fallo en una hoja que violentamente se retiraba de la máquina y era lanzada a la papelera más cercana o al mismo suelo, como composiciones fallidas rodean un piano”. Así leemos en Typewriter. La historia escrita a máquina, la excelente monografía realizada por David Barro y Alfredo Sirvent y publicada en el bello ‘Libro-Catálogo’ de la Exposición compostelana.
El inmarcesible actor y director de cine norteamericano Orson Welles solía confesar: “Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude”. Hoy en día el “silencio” de los “ordenadores” todo lo ha mudado en una región de soledad y sorprendente equilibrio delante de la rauda y extraña luz cegadora de una “pantalla”, gobernada por un oráculo o una esfinge.