Opinión

Presunto

Si la juzgamos por sus hábitos modernos y no por su situación política ante España, habría que decir que Cataluña no es un país; es otro universo a años luz de nosotros en algunos aspectos.
Si la juzgamos por sus hábitos modernos y no por su situación política ante España, habría que decir que Cataluña no es un país; es otro universo a años luz de nosotros en algunos aspectos. La prensa catalana ha montado un gran revuelo por la detención errónea de un profesor de Matemáticas que pasó 28 horas detenido al ser confundido con otro delincuente por un error informático de los Mossos, la policía catalana. La víctima denunciará a la Policía Autonómica por el tremendo error, pero también demandará a la jueza que se mofó del profesor, pues cada vez que éste explicaba que se trataba de un error y le daba referencias para evitar el entuerto, ella le respondía con un “todos decís lo mismo”. La primera reflexión que me sobreviene es la costumbre que tenemos en España –influenciados por Hollywood y su rama política, el Gobierno de EE UU– de pasarnos por el forro el Estado de Derecho con la obligación de la presunción de inocencia. Los periodistas tenemos mucha culpa de que esto suceda y empleamos esta artimaña según convenga al poder político. La segunda reflexión es la admiración por un pueblo, el catalán, que asume con normalidad la posibilidad de meter en cintura a un juez que comete excesos, como cualquier otro trabajador del mundo. En otros lugares próximos, los jueces siguen siendo personajes tan distantes como absolutamente intocables. Parecen inmaculados salidos de un catecismo.