Opinión

Poesía, scientia, educación

Lo que es pensable es también posibleLudwig WittgensteinDentro del poema hay alguien que escucha, un monólogo dramático que crece. Se agregan voces a la sensibilidad. Hay superposiciones temporales, horizontes míticos, rituales que contemplan lo profético y lo atemporal. Un universo visionario donde la palabra emerge del silencio.
Poesía, scientia, educación
Lo que es pensable es también posible
Ludwig Wittgenstein

Dentro del poema hay alguien que escucha, un monólogo dramático que crece. Se agregan voces a la sensibilidad. Hay superposiciones temporales, horizontes míticos, rituales que contemplan lo profético y lo atemporal. Un universo visionario donde la palabra emerge del silencio. Georg Trakl preguntó para siempre: “¿Es el alma un extraño en la tierra?”. Hay unidades rítmico-semánticas, hay climas que van conformando el espacio en el tiempo del verso. Y también un devenir de las transformaciones, imágenes que reclaman amor, libertad, pasión, belleza. Una modulación de la realidad múltiple y compleja.
Todo cambia de manera vertiginosa. Aún hay gente que habla del lechero, del guardapolvo almidonado, del tocadiscos Winco… Nuestra infancia, nuestra juventud, parecen del siglo XVIII. Las ideas políticas, los movimientos sociales, las simbologías deben ser revisadas constantemente cuando no desechadas. Lo cultural, lo científico, lo social, lo económico, lo afectivo ha cambiado. En muchos casos para peor, como la imbecilidad que nos acecha, lo superficial, lo chabacano. Está en el ambiente.
El ser humano es frágil, vulnerable, insensato. La amistad no siempre existe en los matrimonios. Por lo general se convierte en tedio, en estrechez mental, en algo vacuo. La “pareja”, al ser menos duradera, se libra de la rutina. Un ejemplo claro es la “monogamia serial”: el amor dura lo que tiene que durar, relaciones de fidelidad en la pareja por un tiempo determinado. Este tema lo trató hace tiempo Zygmunt Barman en Amor líquido.
Buena parte de las relaciones amistosas se reducen, en estos tiempos, al intercambio a través de Internet o de la telefonía celular; ha surgido incluso una industria del encuentro entre desconocidos. La propuesta incluye la televisión pero también los divanes psicoanalíticos; el disparate, como el absurdo, es contagioso. La vida moderna, con sus múltiples relaciones, permite un tipo de amistades más variadas pero fugaces e intermitentes.
En los años 40 Albert Einstein señaló: “Todos los imperios del futuro van a ser imperios del conocimiento, y que solamente los pueblos que entienden cómo generar conocimientos y cómo protegerlos, cómo buscar a los jóvenes que tengan capacidad para hacerlo y asegurarse que se queden en el país, serán los países exitosos, Los otros países se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, minas, con una historia fantástica, pero probablemente no se queden ni con las mismas banderas ni con las mismas fronteras, ni mucho menos con un éxito económico.”
Juan Enríquez –una de las personalidades más importantes en el mundo sobre la influencia política y económica en las ciencias de la vida, director fundador de la Escuela de Negocios de Harvard– señaló en una conferencia reciente: “Tres de cuatro himnos, banderas y fronteras no existían hace cincuenta años. Esto pasó y sigue pasando en África, Asia, Europa y Oceanía. Es decir a lo ancho y a lo largo del mundo, salvo hasta ahora en las Américas”. Más adelante: “Mientras hay un crecimiento sin precedentes en genética, electrónica, cómputo y micromateriales, la mayor parte de Latinoamérica sigue al margen de estos cambios y su población se vuelve cada día más pobre”.
En otra parte de su disertación –texto de imprescindible lectura– nos recuerda: “Entra un ministro de finanzas, sale un ministro de finanzas, entra un presidente, sale otro presidente y el país es cada vez más pobre. No porque el que esté entrando sea más tonto sino porque la agenda de desarrollo económico es equivocada, porque seguimos discutiendo si vamos a hacer una fábrica, una represa o un puerto. Nada de eso importa hoy. Lo que importa hoy son las mentes, la educación, la ciencia. Importa que esas mentes puedan proteger y vender conocimiento al resto del mundo. Los países que entendieron eso como Singapur son los países que van a dominar el planeta; y les recuerdo que en 1965 el premier Ministro de ese país –que era bastante más pobre que Argentina– se reunió con el premier Ministro de su vecino, Malasia, y le pidió que absorbiera su país, su bandera y su Constitución porque no era viable como nación. Les recuerdo que hoy Singapur tiene un ingreso per cápita similar al de EE UU”.
Caro lector. En este panorama también está el engaño, la industria cultural, el sistema con todo su esplendor y decadencia: Damián Hirst. Este artista plástico, confiesa que desde los dieciséis años no toca un pincel, vendió su obra más representativa en 2004 por diez millones de dólares: “La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo” (consiste en un tanque transparente en el que flota en formol el cadáver de un tiburón). Hace poco obtuvo otro récord de venta: ciento cinco millones de dólares. Una calavera incrustada en diamantes. Bueno, no todo es éxito. Nos queda, entre otros refugios, el cine de Claude Chabrol, la correspondencia de Eduardo Mansilla, la poesía de Rosalía de Castro…