Opinión

Pobreza en la UE

Una información publicada en el diario español ‘El País’ el lunes 30 de enero revela el aumento de la pobreza en los anteriormente denominados estratos de clase media y baja en países de la Unión Europea (UE). En total, unos 115 millones de personas se encuentran en el umbral de la pobreza en países miembros de la UE, siendo Grecia, Portugal, Irlanda, España, Rumania y Bulgaria los casos más significativos.
Una información publicada en el diario español ‘El País’ el lunes 30 de enero revela el aumento de la pobreza en los anteriormente denominados estratos de clase media y baja en países de la Unión Europea (UE). En total, unos 115 millones de personas se encuentran en el umbral de la pobreza en países miembros de la UE, siendo Grecia, Portugal, Irlanda, España, Rumania y Bulgaria los casos más significativos.
Tras años de ‘boom’ económico y de nuevos ricos, el espectro de la pobreza emanado de la actual crisis global comienza a erosionar la tradicional estabilidad socioeconómica europea. El desempleo y la incapacidad para pagar hipotecas, junto a los recortes de subsidios sociales, parece encaminar un cuadro social conflictivo y complejo, que se intensificará en la medida en que se unan las masas de jóvenes desempleados, muchos de ellos profesionales cualificados.
Es cierto que en este cuadro ingresa una gran parte de la población inmigrante en la UE, muy sacudida por el efecto de la crisis. Pero la cara de la pobreza en la Unión Europea sigue estando concentrada en personas mayores, muchos de ellos jubilados, ya sin pensiones por los recortes sociales, y en una cada vez mayor masa social de desempleados que oscila entre los 35 y 55 años.
Todo este cuadro afirma un mapa lastrado por la crisis del Estado del bienestar, el endeudamiento familiar y la potenciación de la precariedad laboral. En países como Portugal, la economía informal comienza a ocupar un lugar relevante en la estructura socioeconómica. La debacle griega da a entender estadísticas de aumento del hambre y leve desnutrición. Mientras, el fenómeno de la emigración hacia otros mercados emergentes, como Asia o América Latina, comienza a cobrar fuerza.
La inercia e incapacidad de la clase política europea para revertir esta situación revela los peligros a los que se enfrenta el sistema, posiblemente por el eventual ascenso de las opciones antisistémicas de carácter populista y extremista, que dinamitarán la hasta ahora aparentemente inquebrantable estabilidad europea. Un panorama de crisis que se intensificará a mediano plazo.