Opinión

En mi país se dan las gracias

La hospitalidad es un don. Pero también es un signo. Un don de doble vía: para el que la da y para quien la recibe. Y al mismo tiempo igualmente un signo de rica polisemia, de múltiples sentidos. Para nosotros, escritores, que trabajamos con (y somos trabajados por) los dones y los signos del lenguaje, hay un bello milagro en el mundo que se llama Amberes.
En mi país se dan las gracias
La hospitalidad es un don. Pero también es un signo. Un don de doble vía: para el que la da y para quien la recibe. Y al mismo tiempo igualmente un signo de rica polisemia, de múltiples sentidos. Para nosotros, escritores, que trabajamos con (y somos trabajados por) los dones y los signos del lenguaje, hay un bello milagro en el mundo que se llama Amberes. Y en ese lugar hay una casa abierta y ofrecida, una casa de libertad y de confianza, generosamente tendida –en un mundo de desdicha y de tensión– hacia todos los escritores del planeta, hacia todos, sí, pero especialmente para aquellos que más la necesitan, aquellos que deben huir o deben refugiarse de la opresión o del silencio, impuestos por la fuerza. Esa hospitalidad es entonces, para todos, un bello compromiso. Un compromiso libremente asumido por los solidarios y fraternales responsables de este magnífico proyecto, hoy ya plenamente realizado. Pero un compromiso también, es claro, para quienes tuvimos la alegría y el honor de ser sus huéspedes. Y que debemos entonces estar a su altura, ser dignos de semejante ofrenda: una casa de puertas siempre abiertas. “Dans mon pays on remercie”, dijo bellamente René Char. No hay más bella palabra en castellano que, simplemente, “Gracias”. Pero yo sé, y estoy seguro que todos sabemos, que las más bellas palabras deberían poder convertirse en actos, en hechos, que iluminen el mundo e iluminen la vida. Eso que está ocurriendo, como un milagro renovado, como un maravilloso acto de vida, en el refugio para escritores del Pen Club de Flandes.
El poeta, traductor y ensayista argentino Rodolfo Alonso, hijo de padres gallegos, fue especialmente invitado por el Pen Club de Flandes, todo el mes de septiembre, a su residencia para escritores en Amberes.