Opinión

El padre Rodolfo Carboni, desde el porteño Barrio de Almagro

La joven Lucía Gil Elizalde, quien mantiene vívida la llama prendida por el padre Rodolfo Carboni, se convierte en la primera auxiliar parroquial de Santa María, considerándose el día de su entrada –el 13 de octubre de 1933, en San Lorenzo Mártir, Barrio Almagro de Buenos Aires– como fecha fundacional. “Que nuestra voluntad –escribe la hermana Lucía– se ofrezca todos los días y perfume nuestros trabajos.
El padre Rodolfo Carboni, desde el porteño Barrio de Almagro
La joven Lucía Gil Elizalde, quien mantiene vívida la llama prendida por el padre Rodolfo Carboni, se convierte en la primera auxiliar parroquial de Santa María, considerándose el día de su entrada –el 13 de octubre de 1933, en San Lorenzo Mártir, Barrio Almagro de Buenos Aires– como fecha fundacional. “Que nuestra voluntad –escribe la hermana Lucía– se ofrezca todos los días y perfume nuestros trabajos. Es lo único auténticamente nuestro para ofrecer al Señor”.
“El espíritu de unión con el Sacerdote que debe caracterizarnos –me invita a recordar la encantadora y entusiasta Nancy Tocci en la docente espiritualidad del Colegio de Batán, población cercana a la ciudad de Mar del Plata– impulsa en nosotras una participación desde la Ofrenda de la Vida, el Discernimiento y la Comunión en las Parroquias”. Ello las anima e inquieta las necesidades de la Iglesia. Y por ella misma ofrecen su vida por la santidad de los Sacerdotes y del Pueblo de Dios. “El no tener obras propias –prosigue la tierna Tocci, sobrina fiel de Susana Beguiristain, natural de Balcarce, en húmeda pampa sureña, tierra ‘de la buena papa, del buen sol y de los pagos de Fangio’– porque nuestra obra es la obra de la Iglesia, nos facilita ir donde nos necesitan, cooperando en la tarea de la Evangelización”.
Las ‘Hermanas Auxiliares Parroquiales de Santa María’ desde sus orígenes visten como el común de las mujeres; viven de su trabajo y sus casas son sencillas compartiendo en la vida fraterna la realidad del lugar, “tanto el dolor como la alegría de nuestra gente”. La Congregación está presente en Buenos Aires, el Gran Buenos Aires; además, en Goya, provincia de Corrientes, en Alto Verde, provincia de Santa Fe. Y en San Salvador de la provincia de Jujuy, también en Plottier, provincia de Neuquén. Y en 1992 se plasmó la primera fundación fuera de la Argentina: en Temuco, la célebre población lírica, perteneciente a Chile. Y en la reposada Batán –cuya fundación se remonta a las tierras en otro tiempo adquiridas por Don Domingo Batán, inmigrante gallego del siglo XIX nacido en la provincia de Lugo–, integrada en la diócesis de Mar del Plata, se halla activa desde 2005.
El padre Rodolfo Carboni mantuvo una gran amistad con el recordado salesiano padre don Orione. Desde los iniciales instantes adoptó un programa de vida cuyo paradigma fue el Santo Cura de Ars. El nacimiento de la Congregación se encuentra señalado por un grave suceso: la inundación del Barrio de Saavedra, en Buenos Aires, en la parroquia Sagrada Familia, en la cual el padre Carboni ejercía la dirección. Tan desgraciada situación lo impele a requerir ayuda a una Congregación Religiosa del Barrio, la cual se vio impedida para responder debido a las reglas de su estilo y vida. Tal inspiración adoptará carta de naturaleza durante su estadía en la Parroquia de San Lorenzo Mártir, en Almagro, tanguero Barrio de Buenos Aires, donde brotarán las jóvenes ‘Auxiliares Parroquiales de Santa María’. Transcurrido un tiempo de consolidación, el 11 de febrero de 1960 el papa Juan XXIII reconoce a las hermanas como ‘Instituto Religioso’. El 26 de julio del citado año falleció siendo párroco de la basílica Santa Rosa de Lima de Buenos Aires. “Visitar a los pobres en primer lugar –solía decir la hermana Lucía–, porque ellos ocupan un sitio preferencial en el corazón del Señor, en la estima y solicitud de nuestra Madre la Iglesia”.