Opinión

Odyssey, el expolio del expolio

El Atlántico separa, a veces, más de lo que cuentan los navegantes. Eso se ve también en este semanario, que piensa como un gallego europeo, escribe para un gallego americano y siente como si estuviera entre dos aguas. En América Latina las plazas tienen estatuas de defensores que no salían de su país para defender a su gente, mientras que en España erigimos estatuas de atacantes que iban a robar y a matar a otros países.
Odyssey, el expolio del expolio
El Atlántico separa, a veces, más de lo que cuentan los navegantes. Eso se ve también en este semanario, que piensa como un gallego europeo, escribe para un gallego americano y siente como si estuviera entre dos aguas. En América Latina las plazas tienen estatuas de defensores que no salían de su país para defender a su gente, mientras que en España erigimos estatuas de atacantes que iban a robar y a matar a otros países. Esto marca desde la infancia un cierto carácter colonial y racista de los europeos hacia la América que no habla inglés ni francés, idiomas que por el contrario despiertan complejo de inferioridad en los racistas españoles. Como debe saber ya, lector, estos días llegó a España el legendario tesoro de 600.000 monedas de oro y plata que en 1804 se hundieron a bordo de la nave española ‘Nuestra Señora de las Mercedes’ tras un pleito de cinco años con la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey. Aquí, en España, hay un consenso general entre la opinión pública y la publicada para definir a la empresa como “expoliadora del tesoro español” y las únicas discusiones tienen lugar entre distintas ciudades y administraciones públicas que hacen un ridículo espantoso peleándose por quién se queda con las piezas para exponerlas en sus museos. Imagine, lector americano, la cara que le ponen a uno en España cuando afirma que tanto expolia el cazatesoros como el Estado español, y que, por sentido común, el único propietario de las monedas acuñadas en Lima con el oro de sus minas es el pueblo peruano.