Opinión

No existe el español, no existe el italiano

Intentaremos ser claros y breves. Henri Bergson declaró hace tiempo que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Apenas soy poeta, querido lector. No se fastidie. En un universo plagado por tantos enemigos de la inteligencia, un mundo con estudiantes burros, universitarios farsantes, con enseñanza dogmática y escuelas autoritarias es difícil ver o comprender.
No existe el español, no existe el italiano
Intentaremos ser claros y breves. Henri Bergson declaró hace tiempo que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Apenas soy poeta, querido lector. No se fastidie. En un universo plagado por tantos enemigos de la inteligencia, un mundo con estudiantes burros, universitarios farsantes, con enseñanza dogmática y escuelas autoritarias es difícil ver o comprender. Despojos, malas intenciones, desidia, falta de racionalidad y cobardía complementan el cuadro.
Hace tiempo escribimos algo sobre el tema. Intentaremos retomarlo. Nunca viene mal. Todo se olvida, todo cambia, todo se banaliza. Los nacionalismos no son buenos nunca. Traen aparejados guerras, ortodoxias, miradas pequeñas, entre otras cosas. Pero los nacionalismos tienen su razón de ser. A veces comprensibles. Toda lengua tiene su origen, su lenta formación. Generalmente cuando comienza a escribirse hace tiempo que se la hablaba. El castellano en el siglo X, cuando aparecen las glosas Emilianenses (con rasgos navarro-aragoneses) hace siglos que viene generando su visión. Con Fernán González se unifican todos los territorios castellanos. Una tierra de labradores y guerreros. La defensa contra los musulmanes fue formando un pueblo rudo e innovador. Sin grandes señores ni grandes monasterios. El germen debió ser –como señalan importantes filólogos e historiadores– el romance hispanovisigótico, el bilingüismo. Don Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 1869-Madrid, 1968) lo estudió mejor que nadie. Debemos recordar que éste es  uno de los cerebros geniales de la generación del 98: filólogo, historiador, medievalista, creador de la escuela filológica española.
La trascendencia de la lengua castellana es inmensa. En este idioma escribieron los más grandes poetas españoles, poetas de dimensión universal. Una de las obras más sublimes es El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha. Su solo nombre resume historia, mito, humanidad, lengua, ensueño, bondad, creación, carácter. Y más. Es la obra más destacada de la literatura castellana. Y en ninguna lengua de la península ibérica se escribió algo parecido. Un monumento. Resumiendo: no existe el español, existe entre otras lenguas en España, el castellano.
El llamado italiano es una lengua romance como el castellano o el francés. Su lengua madre es el latín. Hay que hablar del etrusco, ligur, raético. Del umbro, del falisco, del piceno. El toscano surgió como una de las lenguas literarias más grandes del mundo por el genio de Dante Alighieri (1265-1321). La Divina Comedia fue escrita entre 1310 y 1314. Petrarca y Bocaccio completan el trío de los grandes escritores del siglo XIV. El prestigio mayor lo alcanzó el llamado toscano florentino. Otro día hablaremos de la escuela siciliana.
Si mencionamos a Francia debemos mencionar a los galos, un pueblo celta, que hablaba una lengua celta de la cual surgió el irlandés y el bretón. En el siglo XVII el francés recién adquiere su forma actual.
Caro lector: es importante no mezclar, en lo posible, ciertas cuestiones ideológicas con la lengua. Sin mala intención, decimos. Vemos cómo han evolucionado, cómo fueron modificadas por situaciones sociales, políticas o religiosas. Como ciertos imperios cayeron sobre poblaciones más primitivas. Y con ellos la lengua, la cultura, la creación. Son hipótesis, discutibles, sin duda. Cuando en otra lengua se escriba algo parecido a lo que hicieron Cervantes y El Dante volvemos a conversar. Un recuerdo. Algo más. La medicina es una artesanía científica.