Opinión

Las máquinas de escribir (finales del XIX) y la ‘Colección Sirvent’

“De esta colección también forma parte un ejemplar original de la siguiente máquina de escribir que se produjo industrialmente, una máquina que tuvo mucha más influencia que la anterior, la del pastor danés Rasmus Malling-Hansen, con su ‘bola de escritura’, con una versión eléctrica. Se trataba de la Type Writer de Sholes y Glidden, cuyo inventor fue Christopher L. Sholes, de Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos.
Las máquinas de escribir (finales del XIX) y la ‘Colección Sirvent’
“De esta colección también forma parte un ejemplar original de la siguiente máquina de escribir que se produjo industrialmente, una máquina que tuvo mucha más influencia que la anterior, la del pastor danés Rasmus Malling-Hansen, con su ‘bola de escritura’, con una versión eléctrica. Se trataba de la Type Writer de Sholes y Glidden, cuyo inventor fue Christopher L. Sholes, de Milwaukee, Wisconsin, Estados Unidos. Sholes inventó el teclado QWERTY, aparentemente en un intento de separar los pares de barras de tipos más usadas para que no quedasen atascadas al escribir (se pueden ver vestigios del orden alfabético original en la secuencia DFGHJKL de la fila central del teclado de Sholes). La máquina de Sholes y Glidden se fabricó por primera vez en septiembre de 1873 y su fabricante fue Remington Arms Company de Ilion, Nueva York, que también producía armas, máquinas de coser y otro material. La Type Writer, como la ‘bola de escritura’ original, sólo escribía en mayúsculas. Su usuario más famoso fue el escritor norteamericano Mark Twain”.
Así escribe el reconocido ensayista Richard Polt en su estudio El auge, la decadencia y el renacimiento (?) de la máquina de escribir en el libro editado por la ‘Xunta de Galicia’ y titulado Typewriter. La historia escrita a máquina. Colección Sirvent para la celebrada Exposición que tiene lugar en la ‘Cidade da Cultura’ de Santiago de Compostela desde el 24 de junio de este año hasta el 10 de octubre, ahora ya ampliada hasta el próximo mes de enero de 2012.
Durante la década de 1870 todavía se estimaban “rarezas caras”. Mas desde 1880 empezaron a aceptarse como una herramienta útil y asimismo fundamental en el mundo de los negocios modernos o bien en la administración pública. Un sistema que daba acceso a múltiples “copias de documentos fácilmente legibles en un período corto de tiempo”. No estaría de más recordar cómo con las máquinas de escribir llegaron las mecanógrafas cualificadas, las cuales en su mayoría eran solteras a las que, por lo general, se les había denegado hasta aquel momento la entrada en el mundo empresarial. De tal modo que la relación entre el jefe, de mayor edad, y la joven secretaria que mecanografiaba al dictado se convirtió en algo habitual en las oficinas. Un fenómeno que, si bien limitadas, creó novísimas oportunidades laborales para las mujeres. Incluso alimentó el “romance”, sin olvidarnos de aquello que hoy juzgaríamos de “acoso sexual”. De entre las máquinas que utilizaban tales mecanógrafas podríamos citar la Remington 2 –la sucesora de la máquina de Sholes y Glidden, que se había bautizado romo Remington 1–, la cual mostraba una tecla para cambiar de mayúsculas a minúsculas.
Es preciso tener presente que otras máquinas –tales como la Caligraph, la Yost y la Smith Premier– utilizaban un “teclado doble” en el que cada letra se correspondía con una tecla de mayúsculas y una de minúsculas. Sin olvidarnos tampoco de la Hammond ni de la Crandall, que tenían tipos de escritura intercambiables –una lanzadera y un cilindro de tipos, respectivamente– así como un teclado curvo de dos filas con dos teclas de cambio: una para mayúsculas y otra para números y puntuación.