Opinión

Las máquinas de escribir y la ‘Colección Sirvent’

“El auge de las máquinas portátiles fue una de las principales novedades en el sector en el siglo XX”, señala Richard Polt en su documentada investigación El auge, la decadencia y el Renacimiento (?) de la máquina de escribir, publicada en el libro Tipewriter. La historia escrita a máquina.
Las máquinas de escribir y la ‘Colección Sirvent’
“El auge de las máquinas portátiles fue una de las principales novedades en el sector en el siglo XX”, señala Richard Polt en su documentada investigación El auge, la decadencia y el Renacimiento (?) de la máquina de escribir, publicada en el libro Tipewriter. La historia escrita a máquina. Colección Sirvent a cargo de la ‘Xunta de Galicia’, a propósito de la excelente Exposición industrial en la ‘Cidade da Cultura’ –del 24 de junio de este año al 10 de octubre, prorrogada incluso hasta enero del próximo 2012– en la capital política de Santiago de Compostela. “Basada en el éxito del diseño de la Standard Folding, cuyo carro se plegaba sobre el teclado (1904), se presentó poco antes de la I Guerra Mundial la Corona 3 y se vendieron cientos de miles de ejemplares”, agrega el renombrado ensayista. “Tras ésta, vinieron otras muchas máquinas diseñadas para el uso personal o para viajes. Asimismo, los fabricantes buscaban presentar ventajas sobre otros competidores y lanzaron inventos como la máquina de escribir ‘silenciosa’, que reducía el impacto de las barras contra el rodillo. Algunas compañías presentaron aplicaciones especializadas como máquinas para tomar notas estenográficas, para escribir partituras, para escribir sobre superficies planas o escribir en chino o japonés”.
Hemos de convenir también en la enorme innovación de la aparición de las máquinas de escribir eléctricas. El inteligente Malling-Hansen en su tiempo ya había diseñado una Skrivekugle eléctrica, al igual que una máquina eléctrica diferente, la denominada Takygraf, que era capaz de escribir a 1.200 pulsaciones por minuto. Recordemos que la Blickensderfer Electric de 1902 fue producida en serie, aunque fracasó en el mercado. Fue durante los años 30 del pasado siglo XX cuando –de la eficiente mano de IBM– las máquinas de escribir eléctricas alcanzaron una magnífica aceptación por parte del público. De tal manera que la célebre IBM Selectric de 1961 –e igualmente la Blickensderfer Electric– añadía elementos de tipos intercambiables con los cuales se podía escribir en diversos estilos o alfabetos. Ahora bien, las máquinas de escribir electrónicas, que emplean “circuitos” para controlar el comportamiento de la máquina, vieron la luz en la década de 1970 del pasado siglo. Hoy en día, la mayor parte de las máquinas son electrónicas: utilizan “margaritas” –daisy wheels– de carácter intercambiable. Como nota curiosa es preciso rememorar que el concepto de la “margarita” es muy anterior, ya que data de 1891 con la máquina de tipo “index” Victor.
¿Cómo podríamos significar la aparición del llamado “ordenador” personal en la década de 1980 del siglo XX? Éste ha sido ineluctablemente el comienzo del fin de la imprescindible e inmensa popularidad de las viejas, entrañables “máquinas de escribir”. Los ‘ordenadores’ ofrecían desde luego modos más versátiles y eficaces de “producir” y “reproducir” los textos. Es lógico que desde los inicios de 1980 empezara el progresivo declive de las ventas de las “máquinas de escribir”, si bien no han desaparecido. La mayor parte de las oficinas poseen “máquinas electrónicas” baratas para determinadas funciones: rellenar formularios o escribir en sobres. Conviene recordar cómo en 2009 la fabricación de máquinas de escribir “mecánicas” de oficina llegó a su término cuando la compañía india ‘Godrej y Boyce’ dejó de producirlas. Mas en 2011 aún permanece un escaso número de fábricas en China y Taiwán que fabrican máquinas de escribir “manuales portátiles”.