Opinión

El ‘Liber Sancti Jacobi’ y los ‘Caminos de las Peregrinaciones’

“Resulta interesante repasar las noticias concretas que, sobre los Caminos que seguían los peregrinos, nos da el autor o autores del Liber Sancti Jacobi, en el libro V dedicado a reseñarlos, incluyendo una serie de noticias y datos sobre las jornadas en que estaban divididos, los nombres de los lugares y las cualidades de sus tierras, sus aguas y sus gentes, así como sobre las iglesias, hospitales, monasterios y santuarios que podían visitar los
El ‘Liber Sancti Jacobi’ y los ‘Caminos de las Peregrinaciones’
“Resulta interesante repasar las noticias concretas que, sobre los Caminos que seguían los peregrinos, nos da el autor o autores del Liber Sancti Jacobi, en el libro V dedicado a reseñarlos, incluyendo una serie de noticias y datos sobre las jornadas en que estaban divididos, los nombres de los lugares y las cualidades de sus tierras, sus aguas y sus gentes, así como sobre las iglesias, hospitales, monasterios y santuarios que podían visitar los peregrinos, terminando con la descripción de la ciudad e iglesia de Santiago y de todo lo que en ella encontraban los peregrinos”, escribe el ya desaparecido historiador Hipólito de Sa Bravo, correspondiente de las Reales Academias de la Historia y Gallega en su monografía titulada Influencias del Camino de Santiago en la Cultura y el Arte de Galicia, Año Santo Compostelano 1982, Artes Gráficas de Galicia, Vigo, 1982.
Si nos atenemos a su lugar de origen, los Caminos eran cuatro. No pocos autores, adoptando como fundamento el punto de partida o el de algún santuario o ciudad señalada del trayecto, les otorgaron el nombre romano de “Vías”. A la primera que cita el Codex Calixtinus bajo el nombre completo de “Vía Tolosana” debido a pasar por la célebre población provenzal de Toulouse. A la segunda –que arrancaba de Santa María de Puy– le conceden el nombre de “Vía Podiense”. La tercera de ellas es conocida por “Vía Lemosina” aludiendo a la urbe de Limoges. La cuarta –en honra de San Martín de Tours– fue nombrada “Vía Turonensis”. Como observamos, todas ellas partían de Francia: tres confluían a la región de la Aquitania para unirse en Ostabat, entrando en España por el mismo paso de Roncesvalles, en tanto que la otra cruzaba los Pirineos por la plaza fuerte de Canfranc. Y ya dentro de la geografía española, en Puente la Reina poseían el hito de salida que era común para todos aquellos que penetraban por diferentes caminos de Francia, prosiguiendo a lo largo y ancho del territorio mediante las jornadas absolutamente marcadas del denominado “Camino Francés”, cuyo punto de término se hallaba en la ansiada “Ciudad del Apóstol Santiago”.
En Tours se rendía visita al sepulcro de San Martín. En Poitiers se visitaba el Santuario de San Hilario, San Juan d’Angély, San Eutrapio de Saintes y Bordeaux para terminar en Ostabat. Aquellos que procedían de Santa Magdalena de Vézelay –origen del “Camino de Limoges”– traían consigo la riqueza cultural de las influencias de la Orden de Cluny, ya que se encontraban a la sombra del Monasterio cluniacense de Santa Magdalena hasta Limoges, que conservaba la afamada catedral de San Marcial, tiempo después asolada por un incendio. El Camino que partía desde el Santuario de Nuestra Señora del Puy exhibía su enorme significado a causa de las peregrinaciones que se encontraban en Santa Fe de Conques, también con un Monasterio cluniacense, antes de pasar por San Pedro de Moissac. En España, el Camino navarro confluía con el Camino aragonés, prolongación de la “Vía Tolosana” cuyo lugar de salida era en Saint-Gilles, expandiéndose a través de Montpellier y Tolouse. Cruzaba los Pirineos por Somport o puerto de Aspe, y desde allí a la plaza fronteriza de Canfranc, Jaca, Tiermas, provincia de Zaragoza, y Monreal para finalizar en Puente la Reina. Conviene recordar que éste era el Camino que seguían los italianos y los peregrinos que desde Oriente arribaban a las costas del mar Mediterráneo. Y en Toulouse se concentraban en el Santuario de San Sernín, al cual llegaban los peregrinos del sur francés y aquellos que venían, habiendo cruzado los Alpes.