Opinión

La génesis de ‘Los Miserables’ de Víctor Hugo

La obra narrativa de Los Miserables nos ofrece una dilatada historia, que nos conduce casi hasta los inicios de la trayectoria literaria de Víctor Hugo.

La génesis de ‘Los Miserables’ de Víctor Hugo

La obra narrativa de Los Miserables nos ofrece una dilatada historia, que nos conduce casi hasta los inicios de la trayectoria literaria de Víctor Hugo. Por más que nos resulte imposible precisar la fecha de su concepción, sabemos que ya en 1828 o en 1829 el célebre poeta y novelista francés recabó datos e informaciones acerca de monseñor de Miollis y su familia. Por esa época ya poseía el tema originario de su novela: un presidiario liberado y después acogido por un santo obispo. Es indudable que fue más tarde cuando imaginó la “metamorfosis” del presidiario en industrial, quien es improbable que tuviese nombre propio. De 1829 a 1830 Víctor Hugo se documentó sobre los abalorios negros que en Montreuil–sur-Mer constituirán los cimientos de la fortuna del señor Madeleine. Si bien el 31 de marzo de 1832 aquel bosquejo ya estaba bastante detallxado, aún carecía de título.

El hecho es que la redacción del libro no se comenzó hasta trece años más tarde. Durante todo este tiempo en modo alguno su autor había abandonado este proyecto. En diciembre de 1832 un corresponsal anónimo le remitió un ‘Sumario’, cuyos elementos figuran en el capítulo 1 del Libro segundo, correspondiente a la Primera parte. Y mientras tanto, su devoción por el teatro y la poesía absorben durante los años siguientes la plena actividad creadora de Hugo. En enero de 1841 –sin haber escrito una sola línea de su excepcional novela– el genio francés albergaba ya en su magín tres de los protagonistas; y en sus carpetas, los apuntes suficientes como para ingeniar una intriga.

Convendría recordar que en abril de 1845 Víctor Hugo fue nombrado ‘par’ de Francia. De modo que hasta 1851 será oficialmente parlamentario, es decir, “primer par de Francia” y luego, tras la revolución de febrero, diputado de París en las Asambleas de la Segunda República. Mas no por ello dejó apartada su dedicación a la literatura. Seis meses después de haber sido designado ‘par’ –en noviembre de 1845– empezó la redacción de la novela cuya idea germinaba desde hacía veinte años, durante los cuales se había aplicado enormemente a documentarse. Y por el momento él titula la obra así: Jean Trejean.

En junio de 1861 –transcurridos dieciséis años–, en la localidad de Mont-Saint-Jean, no muy distante de Waterloo, Víctor Hugo escribe la postrer línea de su voluminoso manuscrito, que al paso del tiempo se convirtió en Las miserias y, más adelante, en la reconocida como Los Miserables. La labor se encontraba bastante adelantada cuando, en febrero de 1848, Hugo se detiene. En seguida se sentirá acorralado por la vorágine de la política: primeramente, como alcalde del distrito VIII; luego, de junio de 1848 a diciembre de 1851, como diputado de París. Será en 1860 cuando reanude la narración en el mismo punto en que la había interrumpido en febrero de 1848.

Nuevamente, y por un buen número de años, la incomparable obra permanece apartada. Mientras vivía en Jersey, el solo indicio de interés que muestra su autor es el anuncio de la próxima publicación de Los Miserables, en febrero de 1854. Tras doce años de interrupción casi total, Hugo, en Guerseney, al retomar el manuscrito, es lógico que experimente la necesidad de leerlo íntegramente. Esa lectura le ocupó de abril a mayo de 1860, suscitándole un considerable número de observaciones marginales.