Opinión

Indignados... otra vez

La conmemoración del primer aniversario de la plataforma 15-M en Madrid y los ecos exteriores que han generado su genuina iniciativa de protesta a través de los coloquialmente denominados los ‘indignados’, obliga a realizar algunas reflexiones en la Europa de hoy.Muy probablemente, el movimiento de los ‘indignados’ vino para quedarse, aunque resta observar cuál será su viabilidad política.

La conmemoración del primer aniversario de la plataforma 15-M en Madrid y los ecos exteriores que han generado su genuina iniciativa de protesta a través de los coloquialmente denominados los ‘indignados’, obliga a realizar algunas reflexiones en la Europa de hoy.
Muy probablemente, el movimiento de los ‘indignados’ vino para quedarse, aunque resta observar cuál será su viabilidad política. Desde hace un año, en el caso español, se ha observado una activa movilización de estos colectivos a favor de personas con escasos recursos económicos afectadas por las deudas con los bancos, especialmente en materia de desahucios inmobiliarios. En este apartado, los ‘indignados’ han logrado notables éxitos en frenar algunos casos de desahucios y colocar este problema como centro de atención.
Otro caso será observar si el 15-M ha tenido repercusión en otros contextos agravados por la crisis económica, como el interminable drama griego. En este sentido, Islandia fue la pionera de movilización ciudadana desde 2009, con una inédita experiencia de rebelión civil contra “el poder” político y económico y de absoluto rechazo a pagar una deuda pública ocasionada por el fraude de unas elites desprestigiadas. Pero el ejemplo islandés ha sido silenciado en los medios, una situación que contrasta con la movilización informativa otorgada hacia el 15-M español.
Los recientes avances electorales de la izquierda en Grecia, Francia o Alemania pueden alentar, o bien levemente desactivar, una movilización ciudadana contraria a los programas de ajuste y austeridad que están incentivando las desigualdades socioeconómicas. Por ello, y si no hay acuerdo político que permita vertebrar su participación y alentar sus demandas, se corre el riesgo de que la protesta de los ‘indignados’, curiosamente tipificados como la “rebelión de las clases medias”, derive en una radicalización de la protesta que altere sus postulados iniciales, obviamente pacíficos y democráticos.
La Europa ‘indignada’ reaparecerá con una crisis económica que parece prolongarse con el tiempo. Islandia marcó un camino que el 15-M está recogiendo pero que las viejas y nuevas oligarquías europeas siguen mostrando su reaccionaria posición a no atender sus demandas.