Opinión

Galileo Galilei, en la biografía de Johannes Hemleben

“El nombre de Galileo es, probablemente, el que mejor evoca al conjunto de cambios, acontecimientos y circunstancias que dieron lugar al nacimiento y constitución de la ciencia moderna en el Occidente europeo, es decir, lo que los historiadores suelen llamar la ‘revolución científica’ de los siglos XVI y XVII”, asevera Víctor Navarro Brotóns en su ‘Prólogo’ –titulado “Galileo: el compromiso con la
Galileo Galilei, en la biografía de Johannes Hemleben

“El nombre de Galileo es, probablemente, el que mejor evoca al conjunto de cambios, acontecimientos y circunstancias que dieron lugar al nacimiento y constitución de la ciencia moderna en el Occidente europeo, es decir, lo que los historiadores suelen llamar la ‘revolución científica’ de los siglos XVI y XVII”, asevera Víctor Navarro Brotóns en su ‘Prólogo’ –titulado “Galileo: el compromiso con la verdad”– del libro Galileo cuyo autor es Johannes Hemleben, publicado en lengua alemana, en Hamburgo, 1983. La versión en lengua española corresponde a ‘Salvat Editores, S.A.’, Barcelona, 1988, con traducción a cargo del propio Navarro Brotons, quien en sus palabras preliminares prosigue: “Héroe, mártir y profeta, la fama de Galileo procede en gran medida del proceso del que fue objeto, por parte de la Inquisición romana, por su (¿obstinada?) defensa de las ideas copernicanas. También procede esta fama de sus notables realizaciones científicas y de la valoración que tradicionalmente se ha hecho de las mismas y de su personalidad intelectual como paradigma del científico y ‘padre de la ciencia moderna”.
“La sustitución de las ideas aristotélicas por las de Galileo –escribió Albert Eisntein junto con Leopold Infield en La evolución de la Física en 1956– proporcionó a la Física uno de sus pilares básicos. Una vez dado este paso, su posterior evolución ya no ofrecía ninguna duda”. Nació en Pisa en 1564, Galileo Galilei estudió medicina y física en la Universidad de esta ciudad, de la cual más tarde sería designado profesor de matemáticas. Se trasladó en 1592 a la Universidad de Padua para luego pasar a la de Florencia, en donde permanecería hasta el fin de sus días. Aunque reconocido por su actividad científica, no pocos fueron sus detractores y, en algunas oportunidades, extremadamente influyentes. Porque, en efecto, su firme oposición a la ciencia “oficial” con raíces en Aristóteles, al igual que su férrea defensa del “copernicanismo” y, sobre todo, su anhelo de que las novísimas teorías fueran bien conocidas y propagadas iban a acarrearle adversas consecuencias. Dos procesos ante el Tribunal del Santo Oficio –en 1616 y 1633–, cuyo resultado sería la abjuración pública de sus ideas, si bien no el abandono de las mismas, puesto que, a pesar de la prohibición de la Iglesia, continuó trabajando infatigablemente en torno a ellas hasta su muerte, en 1642. ¿Cuál sería, pues, el legado más valioso que nos ha ofrecido Galileo no sólo a la ciencia sino también a nuestra cultura? Sin duda, su confianza en la razón así como su constante defensa de la libertad del pensamiento humano, contraria a cualquier modo de dogmatismo.
Johannes Hemleben establece su biografía en quince capítulos, con sus documentadas “notas”, hitos de su “cronología”, enriquecedores “testimonios” y sintética “bibliografía”. Desde “el perjuro” leemos hasta el “conocimientos y creencias”. Durante el trayecto intelectual sabemos de su “infancia y juventud”, “un joven profesor” y “el espíritu tolerante de una república”. Aprendemos de “la invención del telescopio”. Luego lo divisamos “al servicio del gran duque de Toscana” y a “la sombra de la Inquisición”. En seguida, nos percatamos de “una apasionada polémica con los peripatéticos” y de la “controversia en torno al copernicanismo”. Después, “Il Saggiatore”, el “diálogo sobre los dos sistemas del mundo”. “El proceso”, en fin, “y, sin embargo, la batalla continuó”.