Opinión

Galicia, la lengua gallega, la lírica galaico-portuguesa

Cuando evocamos los siglos medievales, es inevitable resaltar que la lengua común tanto para los documentos como para los ‘diplomas’, al igual que para los libros escritos, era la lengua latina; un latín ‘romanceado’ al cual llegaban las ‘influencias’ de la lengua hablada por el pueblo en Galicia, esto es, el gallego, que hasta entonces había sido empleado como vehículo expresivo por los trovadores y juglares.
Galicia, la lengua gallega, la lírica galaico-portuguesa
Cuando evocamos los siglos medievales, es inevitable resaltar que la lengua común tanto para los documentos como para los ‘diplomas’, al igual que para los libros escritos, era la lengua latina; un latín ‘romanceado’ al cual llegaban las ‘influencias’ de la lengua hablada por el pueblo en Galicia, esto es, el gallego, que hasta entonces había sido empleado como vehículo expresivo por los trovadores y juglares. A ellos también les alcanzaron las inspiraciones foráneas de la inmarcesible poesía ‘provenzal’ y de los troveros que cantaban a la vez que divertían a quienes transitaban cruzando las rutas de los diversos ‘caminos’ de los peregrinos a Compostela. ¿Quién podría olvidar el hermoso conjunto de poesías líricas –“cantigas de amigo”, “canciones de amor” y “cantigas de escarnho e maldizer”– de los siglos XII y XIII contenidas en los célebres ‘Cancioneros’ de la Biblioteca Vaticana, Ajuda o Colocci-Brancutti? La energía cultural compostelana dio origen a la denominada “escuela trovadoresca”, de la que forman parte muchos poetas y cuyas composiciones y estrofas figuran en tales ‘Cancioneros’. La lengua gallega –que se nos presenta como una de las primeras manifestaciones de las lenguas ‘romances’– fue dando paso firme hacia la poesía lírica española. Recordemos que el propio rey castellano Alfonso X El Sabio escribió sus Cantigas de Santa María en la dulce y musical lengua gallega.
Entre los numerosos juglares y trovadores de los siglos XII y XIII, estilos románico y gótico respectivamente, mencionemos a Bernal de Bonaval, nombrado como natural de Santiago, y Airas Nunes, clérigo compostelano y de singular valía artística. Xohán Airas, un burgués asimismo de Santiago, trovador cortesano. Roi Fernandes de Santiago, sacerdote, para algunos canónigo de la Catedral de Compostela, y capellán del rey Alfonso X. Alfonso Eanes de Cotón, nacido en San Juan de Negreira, provincia de A Coruña, y contemporáneo de los sobresalientes ‘maestros’ de la escuela compostelana, quien destacó por su nervio satírico. Pero da Ponte, a quien, según no pocos estudiosos, le otorgan cuna en Pontevedra, amigo y discípulo de Eanes de Cotón. Nuno Fernandes Torneol, al parecer coterráneo y de la misma escuela que exhibe el santiagués Airas Nunes. Igualmente compostelano, ya por naturaleza, ya por escuela, fue Martín Anes Mariño, hermano del también trovador Sueiro Anes Mariño, ambos de la afamada familia gallega de los ‘Mariño’ de Lobeira. Los nacidos en Betanzos Pedro de Ambroa y Pedro Amigo de Sevilla. Los naturales de Ourense Roi Páez de Ribela, Xohán Páez de Tamallancos y Airas Páez. Pedro de Armea, de las tierras lucenses de Láncara. Xohán Requeixo, de suelo chantadino, también de Lugo. Xohán García de Guillade y Martín de Xinzo, cuyo origen estaba en la comarca de Ponteareas.
¿Y cómo podríamos dejar de mencionar a los eternos “trovadores del mar”? Meendinho, que cantó al amor, a la ermita y al mar de la isla de San Simón, en la ensenada del mismo nombre, frente a Redondela, en la anchurosa Ría de Vigo? El inmoral Martín Códax, autor de las siete ‘cantigas de amigo’, musicadas, en el mar de Vigo. Xohán de Cangas, cantor de la ermita de San Mamede en las orillas de Aldán. Nuno Pérez, cantor de San Cremenzo, santo del mar, venerado en la ermita de un islote, en la costa de Santa María de Ardán. Y el pontevedrés Paio Gómez Chariño, el almirante - trovador que “ganó Seuilla siendo de moros” en el siglo XIII. Universal lírica galaico-portuguesa del Occidente europeo. Cantos de los peregrinos flamencos. “¡Ultreia! ¡Ultreia!”.