Opinión

El ‘Martín Fierro’ y el artista Juan Carlos Castagnino

Contemplo ahora la carpeta titulada Castagnino. Dibujos para el ‘Martín Fierro’, Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), Buenos Aires, 1962. Las láminas contenidas en esta colección son las siguientes: ‘Estaqueado’ y ‘Éxodo’, ‘Como a perro cimarrón/ me rodiaron entre tantos…’ y ‘Cruz’.
El ‘Martín Fierro’ y el artista Juan Carlos Castagnino

Contemplo ahora la carpeta titulada Castagnino. Dibujos para el ‘Martín Fierro’, Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA), Buenos Aires, 1962. Las láminas contenidas en esta colección son las siguientes: ‘Estaqueado’ y ‘Éxodo’, ‘Como a perro cimarrón/ me rodiaron entre tantos…’ y ‘Cruz’. ‘Duelo criollo’ y ‘Yo le pediré emprestao/ el cuero a cualquier lobo…’. ‘Cruz y Fierro’ y ‘Payador’. ‘Y las aguas serenitas/ bebe el pingo trago a trago…’. ‘Aquel bravo compañero/ en mis brazos expiró’ y ‘Bagual’. ‘Carrera cuadrera’ y ‘El hijo mayor de Martín Fierro’. ‘El viejo Vizcacha’ y ‘Martín Fierro y sus dos hijos,/ entre tanta concurrencia…’. ‘Martín Fierro’ y ‘Perros aullando’ y ‘Me hablaron de un adivino…’.

“No hay arte sin tradición, por lo mismo que no hay cultura sin sociedad, ni sociedad sin principios orgánicas y, por lo tanto, sin creencias arraigadas en costumbres y mantenidas por un pueblo como expresión espiritual de su comportamiento común ante la vida y el semejante”, escribía el célebre ensayista argentino Amaro Villanueva al frente de esta hermosa y elegante carpeta de dibujos correspondientes al gran artista Castagnino. Huelga decir que la epopeya Martín Fierro –asimismo conocida como “la Biblia gaucha” por antonomasia– es la máxima expresión del alma argentina. “Núcleo radiante de perspectivas que toda cultura reconoce como legítima cepa original ­–matiza Amaro Villanueva–, sin que su existencia excluya las nuevas aventuras de la genialidad, pues no se trata de imitar, sino de proyectar a nuevos ámbitos el espíritu rector, dándole digna progenie”.

El pintor Juan Carlos Castagnino se inspiró, pues, en la naturalidad manifestada en el texto poético y en su valor de comunicación invitándonos al encuentro con sus protagonistas, reivindicando aquellos años de su creación por la pluma de José Hernández en el siglo XIX. Una serie de “tintas” arropadas por “la limpia corriente de simpatía que transita” por sus láminas, como señala Amaro Villanueva. Sus matices viajan desde la jovialidad hasta el pródigo impulso de la indignación o la fraternal intensidad del sufrimiento. ¿Quién no recuerda el drama social que circunda el acervo lírico de sus ‘décimas’? La indiada desbocada sobre la llanura, la figura de la “cautiva”, angustiada por estéril servidumbre o desgarrada en las entrañas del hijo, degollado puerilmente”. El forzado “servicio” de fronteras, el juez de paz con el contingente al igual que el comandante militar con su arbitraria autoridad, causantes de la disgregación familiar y origen del ‘matrero’ y su torva soledad. No hay más que poner nuestros ojos en dos vigorosas láminas, clamando justicia: ‘Éxodo’ y ‘Estaqueado’.

He ahí los temas de la frontera y la cárcel, la vida del ‘matrero’ o la vuelta al pago, el baile y la ‘pulpería’ y los ‘contrapuntos’. El encuentro de Fierro con sus hijos y esa reunión a la intemperie bajo la honda noche constelada y alrededor del sabio consejo del “héroe gaucho”, sin olvidar la aconsejada dispersión “a los cuatro vientos, los cuatro”. También la antítesis de límpido sentido ético que Castagnino nos propone merced a su versión de las muertes de Cruz –tatuado de viruelas–­ y el viejo ladino Vizcacha. “Esos antepasados hablan aquí con natural elocuencia –resalta el profesor Villanueva–, animados del hálito de actualidad que el arte fraterno de Castagnino les infunde”. Conjunción plena de Arte pictórica y Poesía de raíz.