Opinión

El ladrillo que se muerde la cola

Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística (INE) informó de que Galicia es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de viviendas vacías, casi 300.000, un 18,6 por ciento del parque de viviendas.

El ladrillo que se muerde la cola

Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística (INE) informó de que Galicia es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de viviendas vacías, casi 300.000, un 18,6 por ciento del parque de viviendas. Es decir, una de cada cinco viviendas está desocupada a pesar de que hay miles de gallegos que necesitan casa o que son expulsados de la suya por impago de hipotecas a las corruptas cajas y bancos que tienen en propiedad el mayor stock de viviendas de la historia de España, un stock que no quieren dejar en manos de un mercado libre de oferta y demanda porque se desplomarían los precios y se revelaría una deuda todavía mayor de las entidades financieras. A los neoliberales les encanta decir que el empleo y la riqueza los crean los empresarios. Y no es verdad: la riqueza y/o el empleo los crean las leyes. Unas leyes pueden favorecer que la gente sea emprendedora, que el dinero público se destine a mejorar la sanidad y educación, o puede que suceda como en España y las leyes favorezcan fiscalmente el rentismo (dinero que se retroalimenta sin dar nada a la sociedad) o la actividad inmobiliaria. Durante estos años, las ventajas fiscales y las leyes de suelo favorecieron que se destinara el esfuerzo económico a la productos financieros inmorales y a la especulación inmobiliaria, creando un clima que ahuyentó cualquier iniciativa empresarial –pública o privada– para crear productos y servicios más competitivos, exportables –¿quién exporta a Alemania una urbanización a estrenar en Lalín?– o servicios públicos más solidarios y generosos con los problemas diarios de la gente. Lo verdaderamente pavoroso es que tanto desde los ayuntamientos como desde toda la Administración se vuelven a enviar mensajes de que la salida de la crisis estará en más urbanismo y nuevos productos financieros. Y cero a la innovación, la formación o la internacionalización.

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