Opinión

Doña Georgina Bortolotto, cónsul de la Argentina en Vigo

La Ilustrísima señora Doña Georgina Raquel Bortolotto es diplomática de carrera y en el año 2005 se presentó a la licitación para el Consulado General en Vigo –que, en el territorio español, comprende la Comunidad Autónoma de Galicia así como la del Principado de Asturias, además de las provincias castellanas de León y Zamora–, donde desempeña funciones desde julio de ese año en calidad
Doña Georgina Bortolotto, cónsul de la Argentina en Vigo
La Ilustrísima señora Doña Georgina Raquel Bortolotto es diplomática de carrera y en el año 2005 se presentó a la licitación para el Consulado General en Vigo –que, en el territorio español, comprende la Comunidad Autónoma de Galicia así como la del Principado de Asturias, además de las provincias castellanas de León y Zamora–, donde desempeña funciones desde julio de ese año en calidad de cónsul general adjunto. Desde mayo de 2007, sin embargo, se halla a cargo del Consulado, dado que el cónsul general alcanzó la edad jubilatoria. Doña Georgina Bortolotto nació en Santa Fe, Argentina, el 17 de diciembre de 1960, “durante un tórrido verano santafesino”, como ella misma nos revela en el despacho oficial del Consulado General de la República Argentina en Vigo, situado en la calle López de Neira, nº 2, a pocos pasos de la peatonal calle del Príncipe, en pleno centro de la ciudad viguesa.
“Mis padres eran Enzo Heriberto Bortolotto, un dentista muy estimado en la pequeña ciudad de Coronda (situada a una distancia de 40 quilómetros al sur de Santa Fe capital)”, prosigue la diplomática señora Bortolotto, “y María Teresa Denardo, una profesora de Ciencias Naturales. Fui la primera de dos hermanos”. Cursó los estudios primarios y secundarios en la esplendente y sonora Coronda. Egresó como Bachiller Pedagógico de la Escuela Normal nº 1 de la misma Coronda: una escuela con tanta tradición que formó Maestros a lo largo de no pocas generaciones, en la que estudió, por ejemplo, la célebre poetisa Alfonsina Storni que fue la semilla que originó la “zamba” titulada ‘Alfonsina y el Mar’ del poeta Félix Luna y música del incomparable Ariel Ramírez, quien era hijo del también poeta corondino Zenón Ramírez. Bucólicos parajes donde se cantan y se bailan los alegres ‘chamamés’ y ‘litoraleñas’. Encendidas canciones “de mi flor” para el Paraná y el Uruguay, los maravillosos “Ríos” que inspiraron a la voz y a la guitarra del divino ‘Cholo’ Aguirre.
A fin de continuar sus estudios universitarios, se trasladó después a la populosa ciudad de Rosario –desde un tiempo la segunda ciudad en número de habitantes de la Argentina–, la cual se sitúa en la provincia de Santa Fe, a unos 120 quilómetros de la íntima y relinda Coronda. “Allí estudié en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario”, agrega simpáticamente doña Gregoria Bortolotto. “Egresé en 1982 con el título de licenciada en Relaciones Internacionales. En síntesis, realicé todos los estudios en escuelas y universidad públicas”. En 1983, por concurso público, ingresó en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Juntamente con 28 compañeros de numerosos puntos de la Argentina, cursó un año y medio; y en agosto de 1985 finalizó el curso y entró en la carrera diplomática con la más sencilla categoría de la escala jerárquica contemplada por la Ley del Servicio Exterior de la Nación nº 20.957, como secretaria de Embajada y cónsul de Tercera Clase. “En una ceremonia muy emotiva, presidida por el doctor Raúl Alfonsín, presidente de la República Argentina en esos tiempos”, evoca con emoción la cónsul argentina, “me otorgaron una de las cuatro medallas con que se premiaban a los egresados: la Medalla ‘Elena Holmberg’ a la Diplomacia”.