Opinión

Día das Letras Galegas en Bos Aires

Por primera vez. Inolvidable. Por primera vez en la historia se celebró el Día das Letras Galegas en Argentina. Jornadas intensas, llenas de afecto, evocación y lucidez. Donde pude dialogar, después de casi ocho años, con el admirado amigo y catedrático Xesús Alonso Montero. Uno de los hombres más cultos, finos y serios, no sólo de Galicia, sino de la intelectualidad europea.
Día das Letras Galegas en Bos Aires
Por primera vez. Inolvidable. Por primera vez en la historia se celebró el Día das Letras Galegas en Argentina. Jornadas intensas, llenas de afecto, evocación y lucidez. Donde pude dialogar, después de casi ocho años, con el admirado amigo y catedrático Xesús Alonso Montero. Uno de los hombres más cultos, finos y serios, no sólo de Galicia, sino de la intelectualidad europea. Y escucharlo en una conferencia –brillante, como siempre– en torno a la obra de Valle-Inclán, las visiones de Castelao y de Seoane. Y señalamos, una vez más, el enanismo de ciertos intelectuales al no comprender, al no ver, al no percibir, el mundo filosófico y literario de don Ramón, su creación que está fundida en las raíces gallegas, pero con tal talento, con tal virtuosismo, que se hace universal, alcanza la cima de ese espíritu del alma universal.
Junto a él recorrimos el entusiasmo y la libertad por la belleza, los grandes humanistas del Renacimiento y del siglo XX, la ferviente admiración por la galleguidad en Valle-Inclán (por supuesto, citamos a Joyce), la poca visión de los espíritus inferiores que lo hacen aún más grande al no comprenderlo, al ignorar su luz homérica. Y junto a él la figura celebrante de Isaac Díaz Pardo. Todo esto en el Centro Betanzos de Buenos Aires. Y en el aire venían a visitarnos los ilustres fantasmas de Rafael Dieste, Gonzalo Torrente Ballester, Xosé Neira Vilas, Eduardo Blanco Amor y tantos otros.
Al cumplirse en 1963 el centenario de la publicación de Cantares Gallegos de Rosalía Castro se creó el Día das Letras Galegas. Por primera vez en su historia se celebró en Buenos Aires. A la noche siguiente en el Teatro Castelao escuchamos a Amancio Prada. Y el teatro se vino abajo por la ovación; de pie saludamos a este cantautor que representa independencia, rebeldía, compromiso, creatividad. Quién puede ignorar aquella versión con guitarra, violín y violoncello del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Hablar de Prada es recordar a Jacques Brel y a Raimon.
Luego, al medio día siguiente, la presencia de Borges, de Sábato, de Cortázar. Y el puente comenzaba a crecer, a trenzar sus páginas. Y por la tarde en el Café Tortoni la presentación del libro Poemas en Lengua Galega de Eduardo Jorge Bosco (1913-1943). Una vez más Xesús Alonso Montero con brevedad, sin adjetivos, nos enseñó a resumir, aclarar y purificar la oratoria. Y allí escuchamos nuevamente la palabra de Emilio Pérez Touriño. Remarcando el hecho literario, la pasión por lo poético, por Buenos Aires y por Galicia, sin demagogia, sin politiquería, separando siempre su función de presidente con una posición partidaria. Un ejemplo sin duda, sobre todo para nosotros que carecemos de estos ejemplos.
El presidente de Galicia reiteró también en el Centro Galicia de Buenos Aires ante más de tres mil personas los nombres de Seoane, Blanco-Amor, Camilo José Cela, Alfredo Varela, Suárez Picallo, Celso Emilio Ferreiro. Y se leyeron poemas de Xosé María Álvarez Blázquez (1915-1985) reconocido para este aniversario. Los coros, la música, pusieron el clima imprescindible. Aquí, en Buenos Aires, por primera vez. Nos veíamos amigos, seres con vieja trayectoria republicana, con posiciones claras en contra del franquismo, de la represión, de la intolerancia. Escuchamos a Graciela Pereira, hablamos con María Xosé Porteiro, Laureano López Lois, Amancio Prada, Isaac Díaz Pardo. Finalmente pude departir con Emilio Pérez Touriño sobre la lírica gallega, los centros gallegos en Argentina, la libertad y autonomía de los pueblos. Y prometimos volvernos a ver.
Han partido. Han dejado su estela, su vibración, su energía. Fue un hecho histórico. Compartí con ellos horas inolvidables, conmemoré junto a ellos o Día das Letras Galegas. El fervor como salvación de la modorra espiritual, contra el enanismo y lo demagógico. El fervor como mejor atributo del ser.