Opinión

El desliz de Obama

Durante una rueda de prensa en Londres (Inglaterra) tras asistir a la cumbre del G-20 en San Petersburgo (Rusia), el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, cometió el desliz de adelantar una posible negociación con Siria en caso de que el régimen de Bashar al Asad entregara el arsenal químico, motivo de la discordia actual y los eventuales planes de guerra de Washington. Horas después, Rusia anunció una iniciativa con Siria para que Damasco acepte una misión internacional que lleve a su eventual desarme químico, alterando radicalmente una coyuntura que ya anuncia una guerra prácticamente inminente.
El desliz de Kerry en Londres es significativo porque explica la errática, ambigua y escasa claridad de la política de Barack Hussein Obama ya no sólo hacia Siria sino hacia lo que ocurre en Oriente Próximo al calor de una Primavera árabe que cada vez más se acerca al Otoño. Incapaz de articular una política internacional de consenso hacia lo que ocurre en Siria, Obama ha visto cómo incluso aliados irrestrictos como Gran Bretaña han dado marcha atrás a sus planes de ataque y bombardeo selectivo en Siria, mientras en el propio Congreso estadounidense se debaten estos planes con escasas perspectivas de llevarlos adelante. Incluso, la opinión pública estadounidense se muestra abierta y mayoritariamente en contra de una intervención en Siria.
La iniciativa rusa desnuda así los fracasos de Obama en su concepción de la crisis siria. Como ocurriera con las tiranías de Túnez y Egipto apoyadas durante años por Occidente, Washington calculaba que la Primavera árabe acabaría con el régimen de Bashar al Asad. Incluso, la intervención de la OTAN liderada por Washington en Libia para acabar con el régimen de Gadafi, fue la advertencia más certera de Obama hacia Siria.
Casi tres años de una indefinida guerra civil con más de 100.000 muertos y seis millones de desplazados y refugiados, el régimen sirio sigue en pie, aunque obviamente debilitado. Y Siria camino de la fragmentación ante la impasible actitud internacional. La escasa claridad sobre la autoría de la masacre civil con armas químicas, que bien puede atribuirse tanto al régimen sirio como a unos rebeldes y opositores sumamente divididos y de escasa credibilidad, deja a Obama casi sin argumentos ni opciones. Incluso, su iniciativa de ataque unilateral saltando la legalidad de la ONU (como hizo su antecesor George Walker Bush en Irak en 2003) es una opción ya casi “en pañales” ante la repentina iniciativa rusa.
Nadie sabe hasta dónde llegará la capacidad de influencia de Moscú para revertir la crisis siria. En todo caso, Rusia se erige como el único interlocutor capaz de ejercer un cambio de posiciones en Siria, ya que es el único actor con el cual el régimen de Bashar puede negociar con garantías. Por lo pronto, se enfrían las opciones de ataque estadounidense en Siria. La semana pasada, durante un discurso, Obama incluso llegó a reconocer que “el pueblo estadounidense está cansado de guerras”.
Mientras, la Primavera árabe ya en fase otoñal parece estar llegando a las mismísimas petromonarquías del Golfo Pérsico, en especial Arabia Saudita, con intereses muy directos en la crisis siria. Se reproduce un descontento popular con protestas en el reino saudita que pueden ser un toque de atención. Salvo que la monarquía de Saud, como su hermana en la vecina Bahrein, la reprima brutalmente con una masacre que contó con apoyo militar saudita y el tácito beneplácito de Obama.