Opinión

Desempleados... uníos

Un factor que lamentablemente define a la España de hoy día es su elevada tasa de desempleo, calculada en torno a un 24,3 por ciento de la población económicamente activa, siendo así más de cinco millones de ciudadanos, constituyendo el índice más elevado en la Unión Europea. El desempleo roza incluso a un 50 por ciento de los jóvenes españoles.
Un factor que lamentablemente define a la España de hoy día es su elevada tasa de desempleo, calculada en torno a un 24,3 por ciento de la población económicamente activa, siendo así más de cinco millones de ciudadanos, constituyendo el índice más elevado en la Unión Europea. El desempleo roza incluso a un 50 por ciento de los jóvenes españoles.
La desesperación y depresión moral que supone la pérdida de fuentes de empleo ha recuperado una de las imágenes de la España de antaño: la emigración, ahora bajo un nuevo perfil, compuesta por jóvenes profesionales con alto o notable nivel educativo y de formación, pero que no encuentra posibilidades laborales en el mercado local.
En la actual coyuntura de recortes de presupuestos y con una reforma laboral impulsada por el actual gobierno de Mariano Rajoy Brey que ya le provocará su primera huelga general el próximo 29 de marzo, la perspectiva económica y de recuperación del empleo se visualiza sombría a corto y mediano plazo.
Esta posibilidad ha dado paso a la proliferación de diversas alternativas sociales, a través de la creación de movimientos ciudadanos como Parados Unidos, Movimientos Desempleados (MOVIDES) y la Asociación Nacional de Desempleados (ADESORG), todos ellos nacidos al amparo de una crisis económica que aceleró sus repercusiones sociales a partir de 2009. El asociacionismo se perfila así como una alternativa creíble y que debe ser tomada en cuenta por la sociedad y sus instituciones.
Paralelamente, el riesgo de exclusión social producto del desempleo incrementó igualmente la labor de los centros asistenciales de comida y albergue gratuitos mientras la economía española está en constante estado de tensión por las presiones europeas y la posibilidad de un rescate financiero similar al ocurrido en Grecia, una perspectiva ya presente en la vecina Portugal.
La pauperización y empobrecimiento de las clases medias españolas es un proceso igualmente notable, una radiografía que igualmente puede observarse en otros países europeos como Grecia, Portugal e incluso Italia, otrora una de los notables centros industriales occidentales. Se augura, por tanto, un cuadro de conflictividad social producto de una crisis que acelera dramáticamente la disparidad y desigualdad socioeconómica entre ricos y pobres.
Un filósofo olvidado en los últimos años pero que hoy parece volver al ruedo, de nombre Karl Marx, profetizó a mediados del siglo XIX que “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”. La Europa del siglo XXI es radicalmente distinta a la vivida por Marx, pero sí tiene otro fantasma que la recorre y deteriora: el fantasma del desempleo y la crisis. Un cuadro dramático que puede exacerbar todo tipo de radicalismos y extremismos.